Los padres con buen humor, con sentido de lo divertido y lo lúdico, generan más bienestar emocional en sus hijos.
Y esto no está reñido con enseñarles a ser responsables y educados.
La mentalización en los hijos de que todo es urgente, importante y dramático cuando no se consigue, transforma la estabilidad mental de los hijos a más enfermedad, como a ser una personalidad fóbica, y sufrir más ansiedad, más depresión y angustia. Es difícil crecer en un ambiente así con una personalidad saludable...
El ambiente emocional distendido y con buen humor, les permite desarrollar más autoestima, confianza y seguridad.