Todo ello al vivenciarlo en un clima del compartir sexual, convierte en una magia al encuentro íntimo, sublime y especial.
Y así las vibraciones y la conexión de la pareja se fortalecen en el transcurrir del tiempo.
Ambos se necesitan y se tienen porque conocen el lenguaje de la sublimación y se comunican más allá de los horizontes reales, los de los sueños...