En las parejas y los matrimonios puede ocurrir que el consumo habitual de pornografía, llegue a transformar sus relaciones hacia la deriva y sin control.
Incluso a que surjan abismos y que no exista vuelta atrás, llegando a situaciones irreversibles.
Aunque previamente se hayan beneficiado de la pornografía para conseguir mayor excitación, la evolución de cada uno puede ser muy divergente del otro.
Lo que puede significar un límite para uno, tal vez para el otro no, que desea avanzar en esa experimentación y seguir descubriendo...
Y es así como tienen que comunicar y negociar de nuevo lo que desean cada uno y lo que quieren y esperan del otro.
En estos niveles, y si la adicción existe, es más difícil razonar con claridad, puesto que su pensamiento está contaminado...
La adicción es ciega y la persona que está enganchada tiene más dificultades para saber el camino más conveniente.
Incluso ahí, puede romperse la pareja si la otra persona no desea acompañar al otro en el recorrido hacia lo extremo, lo esperpéntico...