Las personas con una conciencia crítica y perfeccionistas que tienden a centrarse en los fallos o limitaciones, lo tienen algo más difícil, porque su mente está como teledirigida para pillar errores. En realidad estos tienen que realizar un proceso de aterrizaje al mundo real. Perfectos no hay nadie.
Ni su pareja, ni por supuesto, ellos mismos. Si alguien desea una pareja más feliz, lo tiene claro, inteligencia práctica, con tantos factores que implica, dinamismo, resolución y hacia adelante.
Quedarse parado en la prehistoria de la relación, para echarle la culpa a la pareja de algo que no supo o no hizo, parece esperpéntico, como si formara parte de un sadismo personal que se tiene que centrar en algo para castigar, para odiar.
Por ello es muy interesante que las parejas finalicen y terminen, nadie tiene que estar sometido a los influjos emocionales de alguien que acose por un pasado. Y al fin estar subyugado al pasado es una regresión, no se está en el presente.