Es muy sencillo, aunque para muchos padres con las mejores intenciones, ni se lo han propuesto.
Procura no ser como un vigilante para estar siempre pendiente de todo lo negativo, reñir por ello y crear mal ambiente, romper las buenas vibraciones que los niños tienen.
Es posible que así crezcan con más inseguridad, falta de autoestima y falta de confianza.
Mucho más beneficioso es elogiar a los niños por sus talentos y recordarles cuantas cosas sí saben hacer, en lo que son más desenvueltos y los progresos que van alcanzando.
Esto último directamente les ayuda a tener una mejor autoimagen y ello repercute en una mejor autoestima y seguridad.
Tan importante es conseguirlo que les ayudará a superar los desafíos de la vida con más resolución...