En las parejas cuando abunda el amor, hay respeto, entendimiento y compañerismo. Ambos disfrutan de todo y se sienten socios de su proyecto vital.
Hay parejas en las que no se le ha dado importancia y en algunos aspectos continúan lo que han vivido en sus familias. Esta dinámica que puede ser funcional en algunos casos, en otros puede convertirse en motivos de discusiones y roces.
La mujer y el hombre tienen que coordinarse en sus responsabilidades, dando oportunidad dentro de lo posible, a sus preferencias. Y las actividades que no gustan a ninguno de ellos, repartirlas.
Cuando existe reciprocidad, hay comprensión y conviene desdramatizar. Si uno tiene más ingresos no implica que tome el mando y convierta a la otra persona en un sumiso.
En las relaciones sociales también se puede crear un espacio de tiempos para los amigos, de uno y del otro. Imposiciones no conviene en ningún caso, más bien tolerancia y flexibilidad.
En la sexualidad es prioritario desarrollar una capacidad de adaptación en función de los ritmos de cada uno. Y mejor sin expectativas, el amor y el sentimiento son el centro de su afectividad y conexión emocional y sentimiental y eso no viene precisamente marcado por las posturas en la práctica de las relaciones íntimas.
Exigirle al otro que sea un experto en el Kamasutra, puede convertirse en el punto negro de la relación.
Todo tiene más sentido si se comparte ilusión y satisfacciones por ambas partes, de amor y respeto.
En resumen, todo lo que implica a la vida de pareja como los roles, sus preferencias, las responsabilidades, el amor, conviene que sea definido en un proceso de comunicación, donde cada uno exprese sus inquietudes y preferencias y atienda las del otro.
El amor comienza por la comunicación entre las dos personas que comparten sus sentimientos, y teniendo en cuenta al otro es el primer paso para crear pareja...La pareja son dos personas...