lunes, 22 de abril de 2013

MEJORAR RELACIONES AMOROSAS


ENTRENAMIENTO EN TÉCNICAS PARA MEJORAR LA COMUNICACIÓN DE PAREJA Y LAS RELACIONES AFECTIVAS Y AMOROSAS EN PERSONAS MAYORES
            En general puede decirse que la relación con uno mismo, con el “sí mismo”, es fundamental para el equilibrio en la vida. Y como es obvio, al tener que compartir en una relación de pareja y con los demás, todo lo que uno sea, lo lleva a la pareja. Cuando una persona tiene conflictos, dificultades y desequilibrios en lo referente a ella misma, uno puede suponerse fácilmente que las relaciones con los demás serán mucho más conflictivas y problemáticas.
            
Véase alguien que padece de cambios muy marcados en el estado de ánimo, sufre impulsividad y agresividad descontrolada, es dominante, perfeccionista, muy autocrítico, escasamente flexible, con nula autoestima, inseguro, rencoroso, vengativo, narcisista, dogmático, y otras dificultades por el estilo, es muy difícil, por no decir imposible que no proyecte esos múltiples conflictos a la pareja. O una personalidad depresiva que en su autodestructividad se carga todo lo que hay a su paso: trabajo, empresa, familia. O la personalidad fóbica que siembra ansiedad por donde va.
Podría decir: “tranquilos, que todos tenemos defectos”, aunque afortunadamente “no todos tenemos todos”. Pero no es así, me doy cuenta de que sí, de que algunas personas tienen toda la enumeración anterior y otros más, y por supuesto echan la culpa de la situación a la pareja (ese puede ser el perfil del acosador psicológico).
Si es una realidad que: “no se puede dar lo que uno no tiene”, imposible pues llevar paz, armonía y constructividad a una relación cuando no se tiene ni para “sí”. Además por si fuera poco, y siendo lo más probable que se aporten a la nueva pareja todas las dificultades que uno lleva consigo, aún hay más. Como por ejemplo entre ellas están también otros aspectos de la vida previa al encuentro con el otro. Unas veces la gente se maneja en la pareja presente con los esquemas o contra-esquemas que aprendió con sus progenitores. O busca en la pareja aspectos de su padre, o de la madre. O aspectos de uno mismo que le gustaría tener y no tiene. Y en otras ocasiones, también lleva a la pareja los problemas que hubo con parejas previas y que están sin resolver.
Por si ello fuera poco, en muchas ocasiones la gente ve en el otro lo que imagina que el otro es, lo que proyecta en él, lo que quiere que el otro sea, o no sea, ó cómo le gustaría que fuera. En fin, sus propias expectativas y deseos, aspecto este que impide ver cómo el otro en realidad es. Y una vez que un miembro de la pareja se atreve a ver al otro tal cual es, entonces aclararse si ahora le gusta. Igual ahora ya no. Y es lo que no se quiere aceptar y se le empieza a exigir que cambie.
Para empezar pues, está claro, que las relaciones de pareja saludables comienzan con la evolución y equilibrio del “sí mismo”. Y lo que ya comporta mayores grados de complejidad en la relación es precisamente el no saber ni cómo uno es, ni qué le ocurre, ni realmente qué quiere.
Todo lo anterior pone en evidencia una contundente realidad, guste o no, y es que toda nuestra interacción es una continuación de lo que uno mismo es. Y por supuesto también en cualquier momento en que se manifiesten las dificultades de la pareja (Goleman, D. 2006).

Por donde conviene empezar en problemas de este tipo, para trabajar en la solución, primero se necesita comprender lo que es un “sistema”, ya que estamos en un sistema de relaciones; a continuación entender y asimilar qué son los “procesos de vida” (hay personas que como están acostumbrados en su vida a apretar el botón de “on”, o “power” o las teclas o el ratón, y ya tienen lo que querían –o creían que querían-, se piensan que en las relaciones también debería se así; pues no, parece que al tocar el tema relaciones existen otras estrategias de funcionamiento, digamos que los modos de tratar, acercarse y organizar las relaciones implican múltiples factores interactuando simultáneamente y cambiando siempre conforme se relacionan con el contexto vital).

A partir de ahí y como sugerencia, se puede trabajar con aspectos como: hacerse a uno mismo las siguientes preguntas: ¿cómo estoy contribuyendo yo a este problema? y ¿Qué puedo hacer para mejorarlo? Puesto que estirar el dedo acusador y decir: “la culpa de todo la tienes tu”, queda un poco simplista y porqué no decirlo, narcisista, o sea: “yo soy perfecto” y tu eres el problema. O también puede darse el caso de la gente que quiere que el otro cambie “a su manera”, “a la carta”; como si las personas tuviéramos que ser a la medida de otro (recuerdo algunos casos en los que el hombre o la mujer, habían cambiado a la manera como el otro quería, todo por salvar la relación, y cuando llega a ese punto, al otro ya no le gusta. ¿Porque quién ha dicho que cuando alguien quiere que el otro cambie, en realidad sepa lo que quiere?, quizás ahora que el otro consiguió cambiar algo, ya no es el momento para el que quería el cambio, ya no le interesa).  Es complicado que llegue ese momento: “pues tal como es, no me gusta”. Vale, quizás al otro no le motivas tanto como para que satisfaga tus deseos: ¿y porqué tengo yo que cambiar? ¿ y para quién tengo yo que cambiar?. Así que tú tampoco le gustas. Vaya pues una pareja como tantas que se montaron, sobre suposiciones. Y cuando uno deja de suponer sobre el otro, se da cuenta de que no se gustan, ni se aman. No hay pareja.

Estas facetas de la vida que conllevan para los que lo experimentan sufrimientos múltiples, y de las que vengo siendo testigo desde hace unos veinte años en mi consulta, descubren ante mí los avatares del amor y las relaciones. Y entre tantas otras conclusiones que uno va aprendiendo y sabiendo por supuesto que no valen para todos, ni para siempre, si hay una que es segura. Todo lo que uno haga por crecer y evolucionar en su sí mismo, lo llevará siempre consigo. Al menos se logra algo: “el que tiene, sí puede dar”. Bien sea para aplicar en la pareja presente, o quién sabe, en las sucesivas, pero al menos hay algo seguro.

Otras claves que contribuyen a que las parejas se mantengan y lleguen a “mayores”, es conocer y aplicar el baile en la pareja: “yo” “nosotros”. Ahora en las relaciones, la mujer valora mucho que se respete su independencia social (Cyrulnik, B. 2007); antes el amor era la fusión, la dependencia.
Otro factor que contribuye es el respeto a las diferencias individuales, además del perdón, el agradecimiento, permitir que cada uno en la relación crezca. Pero esto no vale para todos. Hay parejas estables por la complementariedad en los caracteres y otras veces es por las similitudes. Y también es una realidad que no todas las personas quieren, o no tienen el deseo de seguir siempre juntos, hay que respetar todas las opciones. Al menos cuando uno trabaja para ampliar sus esquemas mentales, está más abierto a múltiples posibilidades. Y en esta era de globalización es necesario. La tribu pasó a la historia.
            Con estas premisas mencionadas de evolución personal previa, parece más fácil aprender y desarrollarse en los aspectos siguientes.(CONTINUARÁ).