Como en múltiples aspectos de la persona, en este de la inteligencia social, también conviene empezar por el “sí mismo”, cuando uno se conoce más y mejores relaciones intrapersonales ha desarrollado, dispone de una estructura básica más apropiada. “La interacción social, es una continuación de lo que uno mismo es”, (Goleman, D. 2006). La inteligencia social, es el potencial y la habilidad para interactuar y relacionarse con los demás, tanto en el ámbito familiar, social y/o laboral. Entre otras, las cualidades que forman parte de este complejo están, el conjunto de sentimientos hacia los demás aprendidos por la experiencia ya desde la infancia en el seno familiar.
Otros componentes importantes de la inteligencia social son, la confianza en uno mismo, la empatía, una cualidad muy especial para interactuar con los "otros", comprender sus emociones y ponerse en su lugar y para sintonizar con sus sentimientos, con una escucha activa y así crear la relación interpersonal. También es determinante la habilidad para conocer los motivos que mueven a los demás. Hay que contar con la cognición social, el don para saber cómo se estructuran los grupos sociales, los procesos por los que se rigen y cuál es su dinámica, ya que es una compleja red en la cual intervienen procesos evidentes y manifiestos y simultáneamente otros latentes y ocultos que no aparecen ante los ojos del simple observador, y por decirlo así, esta parte de los procesos y la estructura que no son a priori tan evidentes ni tan manifiestos, son en realidad los que en un porcentaje de veces muy alto, determinan y/o dominan a los otros.
Consecuencia de toda esta complejidad, es por lo que se le presenta a veces muy difícil a la persona el interpretar los significados de las relaciones y llegar a conclusiones acertadas sobre los eventos y circunstancias que puedan ocurrir, así como la intencionalidad de estos. Ese sufrimiento consecuencia del no entendimiento y el no saber cómo posicionarse, surge tanto para entender las sencillas relaciones de amistad o pareja y familiares como las laborales y sociales. Para tener éxito en este área o sector de la inteligencia social, se precisa entre las cualidades antes mencionadas, la capacidad de percibir y analizar tanto la comunicación verbal como la no verbal para captar su intención y motivos al completo ya que en la mayoría de las ocasiones, el lenguaje no verbal desvela los verdaderos motivos e intenciones no explícitas del interlocutor mientras que las palabras pueden mentir.
Otras características personales imprescindibles a cultivar, son la presentación de uno mismo, en función de las circunstancias, puesto que la "primera impresión" influye en el interlocutor de forma determinante, ya que al menos, se trata de caer mínimamente agradables al otro para estimular confianza en él y no el rechazo. Cuando el conocimiento, el desarrollo y la evolución del individuo falla en el complejo entramado descrito previamente, en algunas o varias facetas del mismo, se pueden producir múltiples problemas y dolorosas situaciones, como importantes patologías psiquiátricas, múltiples adicciones, fracasos en relaciones, en negocios y en aspectos laborales. En conjunto múltiples dificultades para posicionarse en el mundo. Estas aptitudes se pueden mejorar con aprendizajes adecuados, como las técnicas psicológicas para el desarrollo de habilidades sociales, desarrollo de empatía, confianza en uno mismo, remodelar hábitos emocionales disfuncionales y otros problemas bloqueadores.