Un arquetipo de la vida humana, son las relaciones triangulares. De una forma u otra no
escapa uno de ellas. Si bien tienen carácter de universalidad, en la herencia
Judeocristiana se ha intentado educar a las personas, para creer que si el amor
no es exclusivo, no es amor, y entonces ya no se es "buena" persona.
Al fracasar, según esta perspectiva, o bien se es egoísta, insensible, u otras múltiples condiciones desgraciadas. Cuando se experimenta esta profunda división interna, es muy difícil hacerle frente y va acompañada de importantes sufrimientos.
Desde Adán, Eva y la serpiente; el patriarca bíblico Abraham, su esposa Sara y su criada Agar, y así sucesivamente en el transcurrir de los tiempos, el triángulo amoroso forma parte de la historia del amor humano, explorado en el campo de la literatura y el cine.
Aunque para algunas personas sea un tabú y para otras un sueño casi irrealizable, es la realidad diaria de mucha gente, tanto a lo largo de la historia como en la actualidad.
Al fracasar, según esta perspectiva, o bien se es egoísta, insensible, u otras múltiples condiciones desgraciadas. Cuando se experimenta esta profunda división interna, es muy difícil hacerle frente y va acompañada de importantes sufrimientos.
Desde Adán, Eva y la serpiente; el patriarca bíblico Abraham, su esposa Sara y su criada Agar, y así sucesivamente en el transcurrir de los tiempos, el triángulo amoroso forma parte de la historia del amor humano, explorado en el campo de la literatura y el cine.
Aunque para algunas personas sea un tabú y para otras un sueño casi irrealizable, es la realidad diaria de mucha gente, tanto a lo largo de la historia como en la actualidad.
El potencial del amor humano es multidimensional y la
gente lo puede aplicar simultáneamente a varias personas, objetivos y/o
situaciones, en contra de lo que a través de los siglos se ha querido inculcar
de: “el amor único y exclusivo”.
Además de los triángulos en los que existe una implicación sexual con cualquier combinación de los dos sexos, hay otros muchos tipos de triángulos, como los que implican a padres e hijos; amistades y los triángulos que implican a compañeros no humanos: el trabajo, el compromiso artístico o el desarrollo espiritual.
Estos pueden provocar sentimiento de celos, traición, humillación, rabia venganza y/o abandono tan poderosos como los triángulos de tipo sexual. De hecho, dada su complejidad se tiende a manejar la situación triangular con bastantes problemas ya que enfrentan a las personas a emociones muy difíciles y dolorosas, sin importar en qué tipo y lugar del triángulo uno se encuentre.
La persona tiene que hacer frente a sentimientos como los celos, la humillación y la traición o las culpas y la angustia de ser traidores o deshonestos, y/o de estar haciendo daño a alguien, teniendo la convicción de ser un fracaso.
Desde otras perspectivas, cuando es consentido por la pareja, el ménage à trois puede conllevar tanto un disfrute como una alternativa al modelo de relación entre dos personas y responde a otros valores diferentes con una reconsideración de la unidad familiar tradicional.
Es frecuente, aunque no siempre, que del difícil equilibrio que implica el amor a tres, la situación derive en algo imprevisto como pueda ser que tome preponderancia el amor entre los dos hombres, o entre las dos mujeres del trío, y con ello –por aquello del eterno fluir de Heráclito- de lo que eran tres, derivó en una pareja.
El triángulo amoroso ocurre generalmente cuando un miembro de la pareja busca un complemento más que un sustituto para su actual pareja, y no puede dejar a ninguna de las dos. Existe una importante ambivalencia en los sentimientos, al estar con uno de los miembros, piensa en el otro y viceversa. Siempre sufre.
Nunca está satisfecho con una en particular puesto que las dos personas son complementarias y por separado no le satisfacen plenamente y no quiere perder a ninguna. Una de las fuerzas que mantiene el triángulo, es la esperanza de ser las triunfadoras, si bien las promesas rara vez perduran en las relaciones triangulares, sirven para postergar la ruptura.
La persona eje en el triángulo puede generar un conflicto con la tercera persona si esta incrementa mucho el control, con frecuencia vuelve atrás y se reinicia el proceso. A veces el que inicia el triángulo puede divorciarse y casarse con la otra persona, pero sigue pensando en su primera pareja.
La mujer tiende más a mantenerlo una vez se inicia. Otras veces la duración viene determinada por los factores económicos o de status social ya que la persona con más poder económico se niega a romper su relación anterior porque ello conlleva la pérdida de bienes, aunque la nueva pareja le guste más, acaba conformándose con la antigua.
En muchas ocasiones también el miedo a enfrentar la vida sin la pareja original hace que la persona tienda a mantener el triángulo. O bien, los hijos se usan como excusa para no romper la unión.
Cerca de la mitad de todas las admisiones hospitalarias del área de salud mental están asociadas a problemas matrimoniales como factor precipitante.
Igual que con otros acontecimientos dolorosos de la vida, cuando un triángulo acontece, es por algo, ya que nada ocurre en las vidas de las personas si no está conectado de alguna forma con su viaje individual. Esto no supone culpa o causalidad, sino un particular significado que puede ser transformador para todo individuo dispuesto a buscarlo.
La víctima de un triángulo amoroso puede revivir experiencias de humillación de la infancia. Algunas personas son más propensas a los triángulos que otras. Pueden existir razones profundas que la persona desconoce y por las que puede verse involucrada en un triángulo, por iniciativa propia o por elección de otra persona.
Además de los triángulos en los que existe una implicación sexual con cualquier combinación de los dos sexos, hay otros muchos tipos de triángulos, como los que implican a padres e hijos; amistades y los triángulos que implican a compañeros no humanos: el trabajo, el compromiso artístico o el desarrollo espiritual.
Estos pueden provocar sentimiento de celos, traición, humillación, rabia venganza y/o abandono tan poderosos como los triángulos de tipo sexual. De hecho, dada su complejidad se tiende a manejar la situación triangular con bastantes problemas ya que enfrentan a las personas a emociones muy difíciles y dolorosas, sin importar en qué tipo y lugar del triángulo uno se encuentre.
La persona tiene que hacer frente a sentimientos como los celos, la humillación y la traición o las culpas y la angustia de ser traidores o deshonestos, y/o de estar haciendo daño a alguien, teniendo la convicción de ser un fracaso.
Desde otras perspectivas, cuando es consentido por la pareja, el ménage à trois puede conllevar tanto un disfrute como una alternativa al modelo de relación entre dos personas y responde a otros valores diferentes con una reconsideración de la unidad familiar tradicional.
Es frecuente, aunque no siempre, que del difícil equilibrio que implica el amor a tres, la situación derive en algo imprevisto como pueda ser que tome preponderancia el amor entre los dos hombres, o entre las dos mujeres del trío, y con ello –por aquello del eterno fluir de Heráclito- de lo que eran tres, derivó en una pareja.
El triángulo amoroso ocurre generalmente cuando un miembro de la pareja busca un complemento más que un sustituto para su actual pareja, y no puede dejar a ninguna de las dos. Existe una importante ambivalencia en los sentimientos, al estar con uno de los miembros, piensa en el otro y viceversa. Siempre sufre.
Nunca está satisfecho con una en particular puesto que las dos personas son complementarias y por separado no le satisfacen plenamente y no quiere perder a ninguna. Una de las fuerzas que mantiene el triángulo, es la esperanza de ser las triunfadoras, si bien las promesas rara vez perduran en las relaciones triangulares, sirven para postergar la ruptura.
La persona eje en el triángulo puede generar un conflicto con la tercera persona si esta incrementa mucho el control, con frecuencia vuelve atrás y se reinicia el proceso. A veces el que inicia el triángulo puede divorciarse y casarse con la otra persona, pero sigue pensando en su primera pareja.
La mujer tiende más a mantenerlo una vez se inicia. Otras veces la duración viene determinada por los factores económicos o de status social ya que la persona con más poder económico se niega a romper su relación anterior porque ello conlleva la pérdida de bienes, aunque la nueva pareja le guste más, acaba conformándose con la antigua.
En muchas ocasiones también el miedo a enfrentar la vida sin la pareja original hace que la persona tienda a mantener el triángulo. O bien, los hijos se usan como excusa para no romper la unión.
Cerca de la mitad de todas las admisiones hospitalarias del área de salud mental están asociadas a problemas matrimoniales como factor precipitante.
Igual que con otros acontecimientos dolorosos de la vida, cuando un triángulo acontece, es por algo, ya que nada ocurre en las vidas de las personas si no está conectado de alguna forma con su viaje individual. Esto no supone culpa o causalidad, sino un particular significado que puede ser transformador para todo individuo dispuesto a buscarlo.
La víctima de un triángulo amoroso puede revivir experiencias de humillación de la infancia. Algunas personas son más propensas a los triángulos que otras. Pueden existir razones profundas que la persona desconoce y por las que puede verse involucrada en un triángulo, por iniciativa propia o por elección de otra persona.