1.
Restablecer hábitos diariamente que garanticen dar y recibir afecto físico, al
despertar por la mañana abrazarse o al salir o al volver a casa, hacerlo al ver
televisión o escuchar música, acariciarse la piel mirarse u oírse con ternura y
cariño.
2. Aprender a darse un tiempo cuando estén tensos, cansados o estresados. Al estar en mejores condiciones también se aceptará mejor a la pareja.
3. No dar por supuesto que se sabe tocar a la pareja, siempre se puede variar e intentar lo nuevo. Explorar, escuchar al otro y preguntar.
4. Diferenciar entre los momentos o las caricias físicas que no tienen una intención sexual, que tienen que ver con compartir afecto y ternura, de aquellas que son un claro preludio. La pareja puede desear muchas veces ser acariciada si ello no deriva en un compromiso sexual.
Para hombres y mujeres después de los 40 es vital entender que es un proceso continuo de acción-transformación; aprender cómo el tiempo puede modificar la respuesta corporal a la estimulación sexual y cómo adaptar la conducta sexual a los cambios. En general es muy valioso prolongar los preludios y tener una estimulación apropiada general y de las zonas erógenas para favorecer la posibilidad de llegar a más pasión y excitación.
Cuando se valora la relación, se dedica más tiempo para acariciar explorando y aprender técnicas variadas que resulten efectivas para cada pareja en particular y que consigan incrementar la excitación. Si la lubricación es escasa se puede ayudar con un gel lubricante recomendado por el ginecólogo.
La
mayoría de los hombres no valoran el tiempo que una mujer necesita para estar
lista para la penetración, hay que abrazar, besar, acariciar, dedicar un tiempo
previamente, y después de estas acciones, cuando la mujer está estimulada el
hombre lo nota perfectamente ya que prácticamente ella se lo va a pedir. La
propia naturaleza femenina, los mecanismos de lubricación, necesitan más
tiempo. A veces el hombre en cuanto siente el pene erecto ya va directo a la
penetración sin fijarse en esta condición de la mujer. El amante inteligente
sabe que con más tiempo todo funcionará perfectamente. Es interesante aprender
a abrirse a la variedad en el encuentro amoroso. El ambiente erótico con
generosas caricias físicas, verbales y ambientales mejora la reacción de los
dos y aumenta la calidad del encuentro amoroso.
Cuando el hombre no se fija en estos detalles y la mujer está insatisfecha o tiene sentimientos molestos, su interés en participar activamente en la relación sexual podría perderse. Es importante mantenerse abierto para una comunicación honesta de doble vía que les permita reconocer cambios que puedan afectar su vida sexual.
En cuanto al hombre, otro punto de interés: será aprender a manejar las reacciones sexuales del
hombre mayor: la disfunción erectiva, la falta de eyaculación, la lentitud en
la respuesta erectiva. Se puede conseguir valorando la satisfacción de los
juegos y de otras alternativas placenteras como el sexo oral o la mutua
masturbación. Algunas de estas dificultades, con el desconocimiento, pueden
tener un poderoso ingrediente psicológico marcado por las creencias sobre la
sexualidad y las expectativas de la mujer o por la ansiedad u otros factores
emocionales.
La
forma de ejercer la sexualidad durante la vejez está determinada por las
actitudes que el hombre ha tenido hacia el sexo durante toda la vida.
Insistiremos en que es posible tener una vida sexual satisfactoria a cualquier
edad desarrollando posibilidades y combatiendo el aburrimiento.
El cine puede ser una herramienta para aprender, para ampliar la comunicación sexual en especial para aquellos que tienen dificultades para hablar de los temas sexuales. Muchas mujeres mayores están indecisas en cuanto a hacer cosas diferentes por el temor de que su esposo pregunte dónde lo aprendió.
Una
película o un buen libro los puede orientar. La mayoría de las personas mayores
prefieren un tipo de cine más sensual que los ayude a sobrellevar la inhibición
o la condición de pérdida crónica del deseo sexual, que no es inusual cuando la
relación se convierte en rutina y monotonía.
Los
cambios que se producen con la edad en relación a la respuesta sexual no hay
por qué verlos desde una óptica negativa y sin solución. El ser humano mientras
esté vivo puede amar.