El esfuerzo es la capacidad personal, dedicada y mantenida durante el tiempo necesario para realizar un conjunto de tareas, que finalmente llevarán a conseguir metas. La duración e intensidad está en función de cómo sea de simple o complejo el objetivo.
Si el esfuerzo requerido es principalmente físico, como el que está organizando y realizando el jardín tiene un desgaste de cansancio físico.
Mientras que si las tareas son intelectuales y requieren atención, información, concentración, selección, toma de decisiones, realización y composición, diseño e intervenciones, etc... requieren un esfuerzo principalmente mental.
Las personas que se implican en realizar un doctorado, es fácil, si trabajan a la vez, que les lleve de tres a cinco años. Por ello el esfuerzo realizado necesita de una continuidad mantenida durante esos años.
A diferencia del estudiante que se implica en superar una asignatura, que en general sería un trabajo de unos meses.
Cuando el esfuerzo se prolonga, sea para la actividad que sea, se requieren tiempos de corte, descansos, en resumen:
Pensar y reflexionar sobre lo que se pretende.
Jerarquizar y organizar las actividades.
Fraccionar los objetivos por fases.
Valorar unas pautas de descanso acordes con el trabajo empleado.
Mantener apropiado ritmo de sueño, deporte, alimentación, aficciones.
Procurar anticiparse al cansancio y la saturación para evitar cogerle manía a lo que se esté realizando, ya que posteriormente ocurrirán más errores y aversión a la actividad.
Todas las personas que se propongan realizar esfuerzos mantenidos para conseguir metas, necesitan unos tiempos de descanso, distanciamiento y reflexión. Finalmente serán como un regalo, para la persona y para la actividad, a veces pensando y reflexionando sobre las propias acciones e intervenciones, se logra claridad y reestructurar los planes hacia otros más dinámicos y productivos.