En general cualquier tipo de ansiedad es anticipatoria, convirtiendo a la persona en un ser vigilante de los problemas que tendrá a continuación, tanto del corto como del largo plazo.
Es probable que se pase el día dudando si llegada la noche dormirá, si se llevará con sobresaltos, y así generando más miedos, de tal forma que al llegar la noche se siente ya desestabilizada, agotada mental y físicamente.
Y por este matiz cualquier aspecto de la ansiedad, se multiplica, siendo tremendo para el sujeto que lo padezca antes, durante y después.
Lo más recomendable en estos casos es la terapia psicológica, que conduce al sujeto, a través de unas estrategias que aprende, le facilitan la solución, mediante el desarrollo de un potencial para poder manejar sus pensamientos, sus emociones y hábitos y con ello su ansiedad y su vida.
Durante el proceso de terapia se analizan las causas para desarrollar un programa personalizado, con el objetivo de atajar cuanto antes la ansiedad y miedo a dormirse, para que no se produzca el insomnio crónico.
También se solucionan las distorsiones cognitivas para afrontar los pensamientos erróneos.
En el caso de las emociones y afectividad, se consigue crear un marco para que el sujeto pueda llegar a un manejo del miedo y la ansiedad favorable para él, evitando caer en los temores y fobias.
Y a su vez la terapia le facilita los aprendizajes en autonomía e independencia para poder gestionar las acciones necesarias que confluyan en más salud mental y física.