Los problemas surgen cuando el
líder al no ser especialista, no conoce la esencia de los procesos y atribuye
una jerarquía de valores diferente a la adecuada al proyecto.
Una forma de
sabotearlo, y cargarse la motivación del personal.
Los costos se incrementan.
Por ello se generan conflictos, cuando hay que obedecer y cargarse el
conocimiento con vistas a unos beneficios escasos y a corto plazo.
Y esto
ocurre en la industria, las organizaciones y la mayoría de las empresas.
Interferencias y problemas con sus profesionales. Exceptuando las empresas de
vanguardia, que sí tienen líderes que conocen a las personas y confían en ellos
como sus gestores del conocimiento proporcionándoles tiempos, espacios,
personal y medios.
Jefes de
hoy, que tienen relaciones con sus trabajadores fundamentadas en la confianza,
la valoración y la responsabilidad.
Y que han seleccionado a personas que
confluyen con los objetivos de la empresa y que tienen la misión común, en las
que su propósito e intención están alineados.
Es una
evidencia para los señores líderes que cada vez hay menos obedientes y sumisos,
y más personas que piensan, que se desarrollan y eligen la autorrealización
participando en proyectos comunes.
Y las cualidades, el potencial y la motivación,
está dentro del sujeto.
El líder les aporta la mediación. Y los empleados
profesionales, han aprendido a gestionar su propia inspiración, su
transformación, su capacidad de innovar, y a crecer y evolucionar en la gestión
del compromiso.
Parece que una persona adulta, lo es por su autonomía y
responsabilidad, no necesita un cuidador y controlador. Son cualidades de su “sí mismo”. Por ello los líderes
disfuncionales quedan obsoletos.