Una faceta de los padres
es observar y cuidar de los hijos, aunque a veces es más difícil mantener el
equilibrio, y los padres desarrollan una hiperprotección.
Un padre no tiene que ser un guardaespaldas de sus pequeños.
A los niños no se les puede impedir experimentar, ya que es una forma de aprender a vivir.
A veces la vida tiene sus contradicciones y con ello pueden aprender a tolerar la frustración.
Con la sobreprotección se les convierte en temerosos, inseguros, inhibidos y tímidos.
Y es lo contrario de lo que desean los padres para los hijos. Quieren verlos seguros, competentes, con iniciativa...
La vida es una armonía entre los opuestos, y crecer en sintonía con las exigencias de la vida...
Experimentando se aprende...