Desde hace tiempo se sabe que la gente que no disfruta del conjunto de
su potencial sexual, que por diversas razones él mismo y la sociedad le ha ido
imponiendo, vive condenado a cierta parálisis, disfunciones mentales y físicas.
Los beneficios que aporta son
múltiples, entre ellos, la satisfacción de necesidades, de la intimidad, la
cercanía, el tú y yo, la comunicación emocional, la oportunidad de expresarse
desde el sentir, las emociones, y la afectividad.
También se suma la autorrealización,
el poder dar y recibir, el sentimiento de contacto, caricias, ternura, de experimentar y compartir la
pasión del placer y del amor.
La sexualidad integral implica una sexualidad
libre y ampliamente entendida, con unas claves de funcionamiento que respeten a
los demás.
Eliminando de la vida los abusos sexuales de todos los tipos, exclusión
de todo lo que sea explotación, coerción, o manipulación.
Al fin la libertad sexual implica
una forma de convivencia social, que permita relacionarse con los demás, desde
una dimensión humana evolucionada y madura.
Además es imprescindible la toma de
decisiones relacionadas con la sexualidad, en el marco histórico y contextual
donde toca vivir, combinado con la ética personal, el ser proactivo de la propia
vida y la sexualidad...(SIGUE)...