Ante esta situación de alta exigencia, pandemia del COVID-19, el personal sanitario, está pasando por una grave crisis.
Personas con alta autoexigencia, responsables y muy entregadas a su profesión, sintiendo que tienen que estar disponibles la mayor parte del tiempo, sin apenas descanso, se olvidan de comer, y trabajan estando agotados.
Con escasa, y nula protección a veces, ante un virus altamente contagiosos, y viendo como muchos de sus compañeros infectados, llegan a morir.
No es extraño que muchos de ellos desarrollen trastornos psicológicos.
Muchos han desarrollado estrés, depresión, ansiedad, pena, tristeza, angustia, obsesiones y todo un conjunto de alteraciones y disfunciones psicológicas.
Cuando se vaya frenando todo ello, muchos tendrán que pedir asistencia psicológica para asimilar el impacto de lo sucedido.
En los casos más críticos, pueden sufrir entre otros, el síndrome de "estar quemados" o burnout, y el estrés postraumático.
Ahora le toca a la sociedad, volcarse con ellos, sentir su dolor por lo que han vivido, el drama y la impotencia de no tener los medios e instrumentos para ejercer su profesionalidad como desean.
Y los gobiernos tienen que devolverles todas las condiciones económicas que se merecen y que les habían sido negadas en los últimos años.
Son los héroes que cuidan de la salud y las vidas de los ciudadanos.