Una de las claves que descubre a veces la gente después de la experiencia enriquecedora de la vida, es que en el disfrute del amor, es preferible no marcarse objetivos, como ocurre en ocasiones con las parejas que desean tener en cada encuentro múltiples orgasmos, y si no lo consiguen el asunto no marcha.
El amor es la esencia de la vida, y la vida es aquello que se va desplegando constantemente ante la persona. A veces se propone uno condiciones y objetivos muy torturantes, como los orgasmos múltiples. Sería como tener que dar cuenta de una alta productividad para estar contento y satisfecho, y así convencerse y pensar que se ha gustado a la pareja y que uno está en una forma plena.
Parece que se está hablando de productividad animal, de productividad económica, de rendimientos empresariales, al fin unos campos que precisamente no están muy relacionados con el amor. Y que ponen en evidencia que cuando una pareja persigue orgasmos múltiples, no está en su momento más saludable.
Las personas en sus sentimientos no son precisamente eso, productividad. El amar y el sentir no precisan de una situación multiorgásmica, más bien la evolución, madurez y crecimiento de ese amor, se relaciona con hacer el amor espontáneo, creativo, sintiendo a la pareja como persona en plenitud, reconociéndola y siendo reconocido.
Al fin el amor de calidad, es cualitativo, son los sentimientos que se desprenden y estimulan de los sentimientos compartidos. El sentir la experiencia conjunta del placer del amor.
Perseguir el objetivo de tener muchos orgasmos o varios cada vez, sería como tratar de comer una y otra vez después de haber comido. Parece que la insatisfacción por las carencias y la escasa calidad de lo habido o tenido, lleva a la necesidad de repetición para satisfacer ese sentir insatisfecho.
Al fin, si es para completar vacíos y un sentir distorsionado, en realidad más orgasmos en cada encuentro no lo lograrán. Es demasiado fuerte "el ser de la persona" como para engañarlo con uno, dos o tres más.
La esencia de plenitud del amor, placentero y satisfecho, disfruta compartiendo el encuentro con el otro, el ser del otro y cuando hubo calidad del encuentro de cuerpos, mentes y almas, no se produce esa angustia y obsesión por repetir y repetir. Como tampoco la hubo por terminar rápido para volver a empezar.
Y si en un punto determinado del encuentro, cuando los cuerpos, mentes y almas al unísono fluyen en la dinámica de una nueva fusión, de tener otra conjunción, tendrá entonces su maravillosa bienvenida y acogida. Sin más que disfrutando los hechos que se van produciendo, y a la vez con la inmensidad del todo transformado. Un nuevo toque transcendente e irrepetible, creado para los estados presentes de las dos personas. AMOR PLENO...!