Hay varias formas de amor destructivas, que hacen sufrir mucho a las personas y una de ellas, es este.
Las parejas, inician un proceso de no entendimiento, vivir de forma anómala, discutiendo, conflictos diarios... y así sucesivamente van creciendo los rencores y la frustración.
Deciden darse un tiempo para pensarlo, y después de esos días vuelven de nuevo al perdón y a la convivencia.
Hasta que de nuevo sale la parte peor de cada uno, y vuelven a la carga, enfados, riñas, en conjunto malos rollos.
De nuevo se amenazan con separarse, divorciarse, explotan y cada uno por un lado.
Y así pasadas algunas semanas vuelven de nuevo, lo piensan y se conceden un tiempo.
Y en ese transcurrir solucionan algunos defectos, precisamente esos aspectos de su persona que les conducían hasta la explosión.
Llega la sorpresa...Ahora surgen otras diferencias que antes aparecían solapadas.
En resumen, pasan años, 2, 3, 5 años de su vida en un ir y venir enfermizo, sin decisión de solucionar, de ir a terapia de pareja, de que les ayuden a un cambio profundo.
O sencillamente, permitirse la separación, seguir viviendo y poder encontrar otra persona más afín...
El mundo de la pareja, puede estar lleno de sorpresas, en este caso es no llegar a descubrir que viven encadenados y en la cárcel de sus sentimientos encontrados, que se reavivan cada vez que vuelven, y olvidan cada vez que se distancian...
Y con ello la vida les tiene atrapados en un drama permanente...