En tu vida conocerás a personas así, o tal vez eres introvertid@. O quien sabe, te mueves en una dinámica de personalidad en la que a veces puedes aplicar más la introversión o la extroversión en otras.
En conjunto las personas introvertidas disfrutan mucho de estar solos, con sus pensamientos, sus aficciones, sus estudios, su inspiración o su trabajo.
Suelen gustar de su soledad, necesitan paz y un contexto de menos estímulos para sentirse a gusto.
Son personas que se diferencian de los tímidos en que estos sufren entre la gente, ya que se sienten observados, juzgados y criticados. Y tienen escasa seguridad y confianza en sí mismos.
Sufren al estar en público.
Las personas introvertidas se comportan de forma diferente, aunque a veces también pueden ser tímidos.
Pueden ser en general más seguros cuando están con gente, sin embargo temen sus actuaciones, que sean significados o que tengan que interactuar.
Algunos no se encuentran cómodos con gente puesto que la cercanía con otras personas les es más difícil, no gozan de tanta espontaneidad, con la excepción de si son amigos o más conocidos.
La gente introvertida a veces, observa a los extrovertidos en sociedad y se sienten limitados, suelen pensar mucho antes de hablar y les falta la soltura de gestos y la fluidez verbal para la interacción y relaciones.
Y ser conscientes de esas limitaciones, les puede producir ciertos complejos, repercutiendo sobre ellos para distanciarse más.
Su potencial y su fuerza está en que no son tan dependientes del entorno, ni de la gente. Y sobre todo pueden llegar a tener más consistencia de personalidad.
Desarrollan su capacidad de trabajo a solas y con ello su crecimiento y evolución.
Estudiosos, investigadores, trabajadores de fondo, les resulta más fácil en general aislarse para lograr sus objetivos.
La introversión, si no es extrema, puede ser una riqueza personal.
Eso sí, teniendo en cuenta que en las personas lo importante es el conjunto de su ser, y cómo sea el equilibrio de esa totalidad.