Es un componente de la persona muy especial, el erotismo y si es el erotismo de la inteligencia, para esas parejas será el súmmum de la atracción.
Ese es el punto más débil de los sapiosexuales, les gusta muchísimo la otra persona al hacerles pensar, su cerebro y su mente se excitan y así el otro se convierte en un enganche para ello.
Se convierten en un gran estímulo para compartir. Su mente se ilumina y se llena de luces.
Y en consecuencia, su cuerpo también.
Hacen juegos de cómo explica cada uno un determinado saber, la complicidad de entenderse, la iniciativa de cuando cada uno aporta otra visión, otro autor, otro acontecimiento, u otro paso en la síntesis de conocimientos.
También les produce gran excitación cuando alguno de los dos propone y salen a la luz de la conversación, nuevas relaciones de unos hechos con otros que llevan a la comprensión de acontecimientos importantes.
Y es que la inteligencia es el gran potencial de seducción. Y por ello la seducción puede ser infinita, como la sabiduría lo es.
La inteligencia en pareja llega a desarrollar la seducción mediante desafíos, exploraciones, divergencias, descubrimientos, juegos, relaciones, sintonía, confluencia de argumentaciones y todo ello se convierte en la gran excitación de dos personas.
Al fin comparten su sentir, su tiempo, sus intereses, y sus neuronas se coordinan generando las hormonas del amor.
Desde ahí es muy fácil que lleguen y deriven hacia todo el ser, todo el cuerpo. El principal órgano sexual, está en el cerebro, no es nuevo, en la mente.
Y ahí está el corazón siendo testigo de los dos enamorados, del fluir de los sentimientos y las emociones y compartiendo con los dos. Una vez más, el poder de la mente sobre el cuerpo. Lo que empezó siendo mental, se transforma en la unión de dos personas enamoradas.
Ese es el punto más débil de los sapiosexuales, les gusta muchísimo la otra persona al hacerles pensar, su cerebro y su mente se excitan y así el otro se convierte en un enganche para ello.
Se convierten en un gran estímulo para compartir. Su mente se ilumina y se llena de luces.
Y en consecuencia, su cuerpo también.
Hacen juegos de cómo explica cada uno un determinado saber, la complicidad de entenderse, la iniciativa de cuando cada uno aporta otra visión, otro autor, otro acontecimiento, u otro paso en la síntesis de conocimientos.
También les produce gran excitación cuando alguno de los dos propone y salen a la luz de la conversación, nuevas relaciones de unos hechos con otros que llevan a la comprensión de acontecimientos importantes.
Y es que la inteligencia es el gran potencial de seducción. Y por ello la seducción puede ser infinita, como la sabiduría lo es.
La inteligencia en pareja llega a desarrollar la seducción mediante desafíos, exploraciones, divergencias, descubrimientos, juegos, relaciones, sintonía, confluencia de argumentaciones y todo ello se convierte en la gran excitación de dos personas.
Al fin comparten su sentir, su tiempo, sus intereses, y sus neuronas se coordinan generando las hormonas del amor.
Desde ahí es muy fácil que lleguen y deriven hacia todo el ser, todo el cuerpo. El principal órgano sexual, está en el cerebro, no es nuevo, en la mente.
Y ahí está el corazón siendo testigo de los dos enamorados, del fluir de los sentimientos y las emociones y compartiendo con los dos. Una vez más, el poder de la mente sobre el cuerpo. Lo que empezó siendo mental, se transforma en la unión de dos personas enamoradas.