La aerofobia o miedo a volar, lo suele padecer entre un 20-25% de la población, e impide a muchas personas tomar un avión, por el temor que sufren, creado por sus pensamientos negativos, se descontrolan emocionalmente y sufren ansiedad y angustia.
Con frecuencia también esas personas tiene otro tipo de miedos, claustrofobia, miedo a perder el control, a no tener el control, a los accidentes, a las turbulencias, miedo a las alturas...y otros miedos relacionados.
A veces los factores causales se relacionan con el haber sufrido algunas experiencias de turbulencias en viajes previos, donde han sentido que prácticamente el avión caía y aquello era su fin.
Otras veces han oído contarlo a familiares o medios de comunicación y les ha generado la aversión y miedo a volar.
En otras ocasiones el viaje en avión ha tenido asociado algún acontecimiento adverso de su vida y han asociado ese drama con volar.
La hipersensibilidad generada por los temores, les llevan a desarrollar una captación de noticias negativas, e incluso buscan información de muertes y accidentes que les confirmen sus fobias.
Las emociones tan negativas que producen esos miedos, les lleva a obviar todo tipo de balances estadísticos, por sus procesos de distorsión cognitiva.
Ese proceso distorsionado que aplican, es la abstracción selectiva, quedándose únicamente con datos negativos, sin realizar la proporción de vuelos y accidentes. Mucha gente sabe que hay menos muertes por vuelos en avión que en coches, pero aún así, no les sirve para convencerse.
Otras personas con predominio de otra importante fobia, la claustrofobia que les perjudica especialmente al verse allí encerrados sin poder salir durante un tiempo. Y sí consiguen volar, mientras no tengan que estar más que un par de horas o tres en el avión.
Suelen producirse a veces problemas familiares importantes, ya que perjudican las decisiones conjuntas de la familia de hacer turismo, impidiendo descubrir nuevos horizontes.
Y también cuando se trata de la pareja, puesto que es muy duro limitarse a todos los viajes cuyo recorrido sea por tierra o mar, que les impide conocer horizontes lejanos.
Otro handicap importante es cuando surge esta enfermedad en personas que necesitan viajar frecuentemente por trabajo. Al fin su desarrollo profesional será limitado.
Afortunadamente hoy existe la terapia para la aerofobia, o fobia a volar, y cuando el paciente se compromete y va siendo responsable en su terapia, suele tener en general buenos resultados.
Con frecuencia también esas personas tiene otro tipo de miedos, claustrofobia, miedo a perder el control, a no tener el control, a los accidentes, a las turbulencias, miedo a las alturas...y otros miedos relacionados.
A veces los factores causales se relacionan con el haber sufrido algunas experiencias de turbulencias en viajes previos, donde han sentido que prácticamente el avión caía y aquello era su fin.
Otras veces han oído contarlo a familiares o medios de comunicación y les ha generado la aversión y miedo a volar.
En otras ocasiones el viaje en avión ha tenido asociado algún acontecimiento adverso de su vida y han asociado ese drama con volar.
La hipersensibilidad generada por los temores, les llevan a desarrollar una captación de noticias negativas, e incluso buscan información de muertes y accidentes que les confirmen sus fobias.
Las emociones tan negativas que producen esos miedos, les lleva a obviar todo tipo de balances estadísticos, por sus procesos de distorsión cognitiva.
Ese proceso distorsionado que aplican, es la abstracción selectiva, quedándose únicamente con datos negativos, sin realizar la proporción de vuelos y accidentes. Mucha gente sabe que hay menos muertes por vuelos en avión que en coches, pero aún así, no les sirve para convencerse.
Otras personas con predominio de otra importante fobia, la claustrofobia que les perjudica especialmente al verse allí encerrados sin poder salir durante un tiempo. Y sí consiguen volar, mientras no tengan que estar más que un par de horas o tres en el avión.
Suelen producirse a veces problemas familiares importantes, ya que perjudican las decisiones conjuntas de la familia de hacer turismo, impidiendo descubrir nuevos horizontes.
Y también cuando se trata de la pareja, puesto que es muy duro limitarse a todos los viajes cuyo recorrido sea por tierra o mar, que les impide conocer horizontes lejanos.
Otro handicap importante es cuando surge esta enfermedad en personas que necesitan viajar frecuentemente por trabajo. Al fin su desarrollo profesional será limitado.
Afortunadamente hoy existe la terapia para la aerofobia, o fobia a volar, y cuando el paciente se compromete y va siendo responsable en su terapia, suele tener en general buenos resultados.