Las personas que han vivido experiencias de sucesos muy traumáticos, pasan un tiempo con ansiedad, estado de ánimo depresivo, agotamiento mental, y en resumen todo ello configura un tipo de estrés psicológico limitante.
Las personas se convierten en gente más limitada para lo que en general había sido su vida antes. Tienen sueños y pesadillas de esas desgracias que les han ocurrido y se obsesionan con ello.
Pueden desarrollar fobias y ansiedad ante situaciones que ellos consideren parecidas o que se produzcan en un contexto similar.
También se sienten bloqueados e inhibidos, como si su vida pasa y perciben una sensación de falta de control y manejo de la misma.
Las experiencias traumáticas pueden llevar a estas personas a cerrarse en sí mismas y no permitirles una comunicación favorable con su pareja y su familia.
En consecuencia lo que en primer lugar aparece como un drama para la propia persona, puede llegar a convertirse en problemas de pareja o familiar si no es tratado a tiempo.