Cuando es el padre el que sufre una enfermedad mental, entre ellas estrés, depresión, ansiedad, obsesiones, fobias, narcisismo, es fácil que no esté atento a las necesidades de sus hijos.
Con sus problemas, no puede ejercer la paternidad, y en consecuencia, por su ausencia psíquica, influirá a su vez en la relación madre-hijo.
Lo mejor que pueden decidir los progenitores en estos casos, es ser conscientes de que tienen algún problema, en este caso el padre, y poner soluciones.
Cuando realizan una terapia en el psicólogo especialista en salud mental y solucionan esas disfunciones psicológicas, sabrán atender mucho mejor a sus hijos, una vez solucionados los síntomas.
La enfermedad mental absorbe cantidad de energías y la persona no vive en su realidad del aquí y del ahora de la vida, por ello no podrá relacionarse de forma saludable con los hijos.
Cuando el padre va mejorando, el sufrimiento del hijo se suaviza, el hijo ya no está atrapado en ese lugar psicológico de la relación que le enferma y así tendrá la oportunidad de disfrutar de su padre, y lo que es más, desarrollarse y crecer con salud mental.
Sanar psicológicamente, para ofrecer lo mejor a los hijos....ES AMOR...