Para dirigir y manejar mejor las emociones en estos días de reclusión, hay que analizar los objetivos.
La esencia es el para qué, y la respuesta es la meta. La meta es luchar contra la pandemia.
Para sentirse mejor y disfrutar más del día a día, para planificar mejor y organizar los tiempos, para tener más salud, y para ayudar mejor a los demás, a la familia, amigos y compañeros.
Y con los horizontes más definidos, se canaliza mejor el estrés y la ansiedad.
Los hábitos saludables, como alimentación de calidad, ejercicio físico, horas de sueño suficientes, generan una sensación de energía, fuerza y vitalidad. No solamente física, también mental.
Disponer de un tiempo para el trabajo, el ocio, aficiones y pasiones en las que uno fluya y experimente.
Meditar y relajarse. Cuidar la mente con pensamientos positivos y que aporten vitalidad.
Cultivar las relaciones personales, familia, amigos, compañeros de trabajo, mediante llamadas, redes sociales, cada uno con sus preferencias. Y así poder compartir inquietudes, pensamientos, sentimientos...
Tener un tiempo para meditar y relajarse.
Y poder así compartir y poder ayudar a otros que se encuentren peor.
Especialmente poder ayudar, la entrega y los cuidados, aporta unas emociones muy satisfactorias al que lo hace...