domingo, 21 de abril de 2013

SEXUALIDAD EN LOS MAYORES



LAS RELACIONES DE PAREJA

Como en otras fases de la vida, la sexualidad en este momento nos ayuda a satisfacer nuestro deseo de amar, de compartir afecto, ternura y cariño, de sentir placer, de gozar, de abrazarse a la persona querida.

Todos estos sentimientos y emociones se pueden experimentar incluso con la presencia de los cambios y el dolor que hayan ocurrido o puedan llegar a la vida de la persona en esa etapa. 

Los estudios sobre relaciones íntimas, se han valorizado, considerando los beneficios personales y sobre la salud general.

*Ventajas emocionales que aporta a la persona el mantener relaciones afectivas: plenitud, satisfacción, optimismo, confianza, seguridad de sentirse amado, valorado, atendido y con todo ello beneficios para la salud general.

*De los efectos positivos para la salud, por lo que hasta ahora se ha demostrado científicamente, destacan:

-El corazón. Sobre el que actúan con un efecto cardioprotectores, las hormonas oxitocina, testosterona y DHEA que se liberan al experimentar las relaciones.

-Dolor. En situaciones de enfermedades con dolor crónico, también actúa favorablemente ya que el cerebro al liberar endorfinas y corticoesteroides producen un efecto calmante.

-Cáncer. Las hormonas liberadas, oxitocina y DHEA pueden contribuir a prevenir el cáncer de mama y de próstata.

-Sistema inmune. Las experiencias gratificantes en las relaciones de pareja, ayudan a fortalecer las defensas, como los anticuerpos.

-Ansiedad. Se calma la ansiedad, los temores y las inhibiciones.

-Depresión. Las personas que habitualmente dan y reciben amor, afecto, cariño, ternura, abrazos y besos a su ser querido, son menos propensos a padecer depresión.

-Longevidad. Compartiendo de forma frecuente todas estas experiencias, se alarga la esperanza de vida por sus múltiples beneficios para la mente y el cuerpo.

Las relaciones son comunicación, se convierten en un diálogo físico y mental, una actividad lúdica que sirve al propósito de la unión y consolidación de la pareja.

Todo ello es constituyente del ser humano y como tal le pertenece, en todas las fases de su vida, incluída la enfermedad.

En concreto tanto en las personas enfermas como en otras situaciones de la vida, estas actividades se entienden en un sentido mucho más amplio que la genitalidad; se trata del placer del contacto corporal global y mental, del ser en sí mismo y lo que ello conlleva de comunicación, así como la confianza, satisfacción y seguridad emocional que da el sentirse querido y amado; y ayudar a la otra persona a que sienta lo mismo.

Podemos entender las relaciones como una parte del ser total, de la personalidad en su conjunto, algo que aparece en los seres humanos y se mantiene durante la vida. 

Así pues, son amplias y se extienden a lo largo de todos los momentos, no desaparecen por casualidad o por ley o porque se tenga una enfermedad. El amor y las relaciones sí cambian y oscilan en su presentación a lo largo del proceso vital y del desarrollo, tanto por consecuencia de factores psicológicos o sociales como biológicos; pero la función psicológica y relacional de compartir y dar amor, permanece.

La actividad íntima en esta etapa:

Depende también de características físicas, psicológicas y biográficas del individuo, de la existencia de una pareja y de sus características, así como del contexto sociocultural en que está inmerso. La realidad es que la enfermedad requiere una adaptación del potencial de la persona para dar amor y cariño a la nueva situación; pero la función sexual en general, vista desde el ángulo de compartir amor, lo queramos o no, está presente.

Las condiciones a controlar: en el caso de que existan, la ansiedad, la depresión y las creencias negativas sobre las relaciones íntimas en situaciones de enfermedad.

Hoy se sabe que el adaptarse a esta nueva situación, no ocurre siempre en la misma dirección, ni le ocurre a todos los individuos igual, ni es irreversible. Conviene llegar a conocer el sentido que en cada persona puede tener, en lugar de imponer criterios y valores de otros momentos de la vida. 

Lo importante es la función en sí misma, tratando de sacarle el máximo partido, y lo otro son variantes que siempre se pueden adecuar. No permitir que los árboles impidan ver el sol.