La falta de perdón, es una situación bloqueadora para la persona en su conjunto. Cuando uno avanza e intenta diluír esa situación, obtiene muchas ventajas y beneficia en su conjunto a la persona que lo recibe, pero sobre todo al que lo da:
Su inteligencia se expande, se vuelve más resolutiva, ya no está parada mirando hacia atrás, dándole vueltas a aquella situación. Y ahora dispone de más recursos para aplicar en lo que va surgiendo del presente.
La calidad de esa inteligencia es más elevada, parece que no está contaminada, al sujeto le permite ser más consciente y así con más objetividad, generar mejores soluciones.
Al perdonar, también se liberan emociones y sentimientos que permanecían teñidos de aquel dolor, que distorsionaban las razones y los argumentos.
Cuando perdona, la gente se libera también de hábitos repetitivos del pasado y genera otras acciones más saludables y beneficiosas para su vida.
La gente se vuelve más comprensiva y tiende a disminuír en ella la ira, la irritabilidad y la hostilidad, y lo mejor es que se va desarrollando la capacidad de manejar estas emociones negativas y bloqueadoras.
La persona al perdonar va incrementando su capacidad de empatía, e inteligencia emocional.
Se incrementa el potencial de amar, de disfrutar de las personas y confiar en otros.
Se va potenciando también la inteligencia relacional y social.
Cuando todo este proceso de perdón va evolucionando, la persona mejora globalmente su salud física y psicológica.