Aunque el coronotipo se ha utilizado para describir los diferentes ritmos a los que están sometidas las personas, hoy se sabe que cada persona necesita sus tiempos para desarrollar habilidades o aprender e interiorizar cualquier actividad y/o conocimientos.
En cuanto a los cronotipos típicos:
-Cronotipo matutino, se refiere a las personas cuya actividad cognitiva, intelectual, suele alcanzar el máximo funcional por las mañanas. Como si su mente está alerta y en su mejor rendimiento a las primeras horas del día. Son las personas que para estudiar prefieren que sea de madrugada, los que se duermen temprano a la noche y los que les gusta madrugar. (Tipo alondra).
-El cronotipo vespertino, a diferencia del anterior, comienza a despejarse conforme el día va transcurriendo. Para estudiar prefiere la tarde y la noche, son sus tiempos de inspiración. El sueño le llega más tarde, entrada la noche. (Tipo buho).
-El tipo intermedio, siguiendo la lógica, seguiría un ritmo más acorde con las horas totales del día, diferenciándose aproximadamente en 2-3 de cada uno.
Las explicaciones científicas consideran como un factor determinante los procesos hormonales, en concreto la melatonina como la hormona inductora del sueño, y es el que se anticipa en unos para dormir antes, los matutinos, o se retrasa 2-3 horas para los vespertinos, que duermen después.
Lo mejor de todo esto es que sirve como ejemplo y así facilita comprender que el cronotipo de cada persona, no tienen que ver con esto exclusivamente, sino que se puede aplicar a múltiples condiciones de la vida de los sujetos.
Cada persona tiene sus tiempos para el crecimiento y desarrollo, y es lo que tiene que ser respetado por los padres y educadores.
Son muy particulares los ritmos de cada uno en la vida, para sus aprendizajes particulares, andar, hablar, entender los conocimientos, asimilar hechos y desarrollar sus originales habilidades.
Cuando se va comprendiendo el alcance de la individualidad humana y la diversidad, se va descubriendo cómo a veces las limitaciones mentales de los "adultos" del entorno, pueden marcar negativamente a una persona.
Cualquier alumno que no se adapte a los ritmos estandarizados, puede ser objeto de etiquetas denigrantes e incluso de castigos. Sin razón, y sin ser culpables, continuando con la evidencia de los cronotipos de cada uno.
Sirva como ejemplo: si un niño aprende a leer a una edad mayor que cuando aprendieron la mayoría de los compañeros, puede que le haya supuesto un sufrimiento, como consecuencia del estrés y la preocupación de los profesores o de sus padres.
Y probablemente, o más bien, muy probable, que ello haya afectado a la seguridad en sí mismo y a su baja autoestima. Etiqueta con la que muchos han ido creciendo.
Sin reparar sus adultos, que en otros potenciales pueda estar el niño más desarrollado. Todo un mundo para pensar...! y cambiar...!
El caso mencionado con frecuencia de Albert Einstein, que aprendió a leer, según dicen, a los siete años, calificado muy negativamente por su profesora, y que pasó por un importante sufrimiento en la escuela. Menos mal... que era un genio...!
Y esto no solamente ocurría en aquellos tiempos.
Aún hoy, existen algunas personas, inteligentes y despiertas, que con una temprana edad, tuvieron que escuchar por parte de algún tutor, profesor, o director de su centro de estudios, que no servían para estudiar...
Y observar la decepción de los pobres padres, al tener tan en consideración las palabras del profesor. Muchas veces equivocadas.
Es el efecto Pigmalión, inverso...!
Urge el cambio de paradigma.