Las personas incendiarias son aquellas que planifican y organizan un incendio, con el objetivo de obtener algún tipo de rendimiento económico.
Se diferencian de los pirómanos en que estos tienen un trastorno mental del control de impulsos, y disfrutan con el fuego.
El incendiario no tiene trastorno psicológico, y el objetivo de quemar puede ser para obtener un beneficio de la compañía aseguradora, alguna subvención de la administración pública, o tal vez sea para vengarse de alguien.
Los incendios provocados se convierten en delitos, y en otras situaciones también lo sujetos que lo hacen, son penados por las leyes por no haber tenido la suficiente prevención para evitarlo.