El amor incondicional tiene múltiples vertientes, a uno mismo, a la pareja, a la familia, a la humanidad...
En el amor de pareja, en concreto, tiene su fuerte en lo siguiente:
Comienza contemplando el amor como un profundo respeto a dos seres diferentes. Cada persona tiene su recorrido y sus expectativas y ninguno de los dos está en el mundo para cumplir las del otro, sino las propias (eso sí, se entiende, en compañía).
Con su individualidad cada uno tiene sus actividades, y hace sus particulares funciones. Y así le ocurre al otro, observando a su pareja, lo asume y no le exige ni le bloquea.
Considera a la persona como un ser con carencias, imperfecto, pero a la vez completo en sí mismo. Dando por hecho que las personas son así. Respetando sus errores. No aplica la concepción de... "tienes que cambiar...para que yo te quiera"..., sino el "te quiero como eres..."
El amor incondicional, acepta y habla sobre las diferencias, a la vez que las cuestionan, las celebran juntos. Tienen sus complejidades y sus enigmas, y están ahí, al lado.
Y así diseñando un camino juntos, en el que haya espacio para los dos.
Es una de las maneras en las que cada ser, cada "sí mismo" siente que es aceptado por el otro, y disfrutando del amor, que se convierte para ambos en un camino maravilloso (Fritz Perls).