En general es algo que le ocurre con frecuencia a la población.
Cuando se va creando una relación y anticipan que puede ir más allá, les entra una angustia, que en función de cada caso, puede ser por varios motivos.
Unas veces porque sienten que no van a gustar, temen que si la otra persona llega a saber más sobre su vida, que pueda ser rechazad@. A veces por una baja autoestima, con mucha inseguridad y una imagen negativa.
Y también puede ser porque desconfíen, pensando que como no valen y se sienten con tan pocas cualidades, tampoco creen que alguien se pueda interesar por ellos o puedan aportar algo a la relación y por ello el recelo y suspicacias de qué querrá de ellos la otra persona.
Otras veces creen que si la intimidad y cercanía es mayor, perderán el control de la situación y de su vida.
El temor al rechazo se consolida en su persona con fuerza, y sus energías van dirigidas a multiplicar los contactos superficiales, en lugar de incrementar el compromiso con una posible pareja, con la que sienten que no podrían soportar los riesgos de la intimidad que ellos mismos magnifican.
Su intención es crear un caparazón protector para evitar el sufrimiento, por ello si progresan en una relación siempre necesitan ir marcando las distancias para controlar el grado de intimidad.
En ocasiones viven mucho mejor aislados emocionalmente. Ocurre que en el momento que aprecian mayor cercanía, temen que la relación va a más. Y entonces inventan alguna excusa para la distancia. Y así continúa la relación sin poder consolidarse.
Si el otro exige más cercanía y no tolera ese distanciamiento, es fácil que se rompa la relación.
Hay parejas en las que el miedo a la intimidad le ocurre a los dos. Suelen marcar entonces un baile de idas y venidas, aunque en estos casos es más fácil que perdure, ya que los dos se sienten más cómodos. Sería como una pareja, de dos juntos pero no mezclados.
Cuando se va creando una relación y anticipan que puede ir más allá, les entra una angustia, que en función de cada caso, puede ser por varios motivos.
Unas veces porque sienten que no van a gustar, temen que si la otra persona llega a saber más sobre su vida, que pueda ser rechazad@. A veces por una baja autoestima, con mucha inseguridad y una imagen negativa.
Y también puede ser porque desconfíen, pensando que como no valen y se sienten con tan pocas cualidades, tampoco creen que alguien se pueda interesar por ellos o puedan aportar algo a la relación y por ello el recelo y suspicacias de qué querrá de ellos la otra persona.
Otras veces creen que si la intimidad y cercanía es mayor, perderán el control de la situación y de su vida.
El temor al rechazo se consolida en su persona con fuerza, y sus energías van dirigidas a multiplicar los contactos superficiales, en lugar de incrementar el compromiso con una posible pareja, con la que sienten que no podrían soportar los riesgos de la intimidad que ellos mismos magnifican.
Su intención es crear un caparazón protector para evitar el sufrimiento, por ello si progresan en una relación siempre necesitan ir marcando las distancias para controlar el grado de intimidad.
En ocasiones viven mucho mejor aislados emocionalmente. Ocurre que en el momento que aprecian mayor cercanía, temen que la relación va a más. Y entonces inventan alguna excusa para la distancia. Y así continúa la relación sin poder consolidarse.
Si el otro exige más cercanía y no tolera ese distanciamiento, es fácil que se rompa la relación.
Hay parejas en las que el miedo a la intimidad le ocurre a los dos. Suelen marcar entonces un baile de idas y venidas, aunque en estos casos es más fácil que perdure, ya que los dos se sienten más cómodos. Sería como una pareja, de dos juntos pero no mezclados.