En general las consecuencias son desastrosas. Producen importantes alteraciones en el físico de las personas (múltiples enfermedades, entre ellas la obesidad). Y a nivel mental disminuyen la creatividad y los rendimientos.
Convierte la comunicación sexual y el arte del amor, con esa presión bloqueadora, en una pobre sexualidad. En realidad la presión que produce en las personas les lleva a tener una sexualidad reducida, a nivel de los genitales, impidiéndoles sentir el placer total.
Las interferencias que produce esa energía sexual bloqueada en lo relacionado con la pasión, los poderes de comunicación, el valor y la fuerza, impiden el fluir normal de todo ello.
Y en consecuencia lo que ocurre es que todas las energías al buscar una salida estimulan de forma desequilibrada los deseos y la pasión.
Esto suele repercutir en las personas generando una gran ambición, proponiéndose metas imposibles, y al no poderlo conseguir pierden equilibrio y la armonía vital.
A nivel cognitivo produce obsesiones, y la persona tiene un pensamiento repetitivo, centrado en el pasado y que le impide disfrutar del presente.
El drama de estas personas es no poder estar en su momento actual, sintiendo el aquí y ahora de la vida. Suelen vivir atrapados en el pasado de culpas y arrepentimientos unas veces, y otras en el futuro lleno de ansiedad, miedos y preocupaciones.