La experiencia de la vida es diversa
para cada persona, por ello cada ser elabora su teoría de la mente.
Unos sabios
abogan en la dirección de que la felicidad verdadera es algo interior y la que
se tiene desde el afuera, es fugaz. Sin embargo tanto lo interno como el
exterior son componentes de la vida.
Para la gente que desea aprender a ser más
feliz, tal vez necesite considerar que son procesos de vida y mentales que le
conviene entrenar para irse desarrollando y fortaleciendo en ello. Y tiene
mucho sentido ya que tanto las alegrías como el dolor forman parte de esas
trayectorias vitales, momentos de satisfacción y otros de preocupaciones y
dramas.
El crecimiento personal implica los aprendizajes necesarios para
canalizar los pensamientos hacia más positivos y creativos, y progresivamente
se va obteniendo un manejo de vida más feliz.
Interesa comenzar por la planificación de una jerarquía de prioridades que importe a cada uno, no lo que le impongan otros, contando tanto con su presente como hacia el mañana, e invertir sus esfuerzos en lo que le valga la pena, identificando lo mejor y aplicarse siendo conscientes de que los resultados llegan.
Interesa comenzar por la planificación de una jerarquía de prioridades que importe a cada uno, no lo que le impongan otros, contando tanto con su presente como hacia el mañana, e invertir sus esfuerzos en lo que le valga la pena, identificando lo mejor y aplicarse siendo conscientes de que los resultados llegan.
Otro paso firme, es
aprender a actuar sin dejarse llevar por la pereza o apatía, y con la certeza
de que sumando los gestos de cada día, el ser logra fortalecerse y alcanzar sus
metas. Ir decidiendo las opciones más inteligentes y que le aporten calidad de
vida, la gente tiene unos grados de libertad, elegir lo mejor y positivo o
elecciones extrañas.
Si se desea la felicidad hay que optar en lo posible por
situaciones que saquen lo mejor de cada persona y cada situación. Otra clave
fundamental es cultivar la confianza en el “sí mismo”, sintiéndose uno que lo
merece por ser persona e intentando superar obstáculos, desarrollando una
autoimagen y autoconcepto de ser “válido y capaz” e incluso conociendo los
propios defectos, implicarse para mejorar y superarlos en lo posible y sin
obsesionarse.
Otra faceta implícita es ser consciente y disfrutar de lo que uno
sea y tenga en la realidad, potenciando sus propios deseos y sueños, y no los
de otros. Además interesa desarrollar el compromiso con uno mismo de mantener
el mayor tiempo posible una actitud positiva...(SIGUE)...