Las personas que viven una constante obsesión, que siempre piensan en la pareja, que no pueden quitársela de su mente, están encadenados.
El descontrol puede instaurarse en su vida y comienzan una presión, el acoso y persecución, y les cuesta centrarse en su mundo y su vida. Abandonan sus obligaciones y la vida se les complica...
En la mayoría de los casos puede que la pareja se empiece a agobiar, se sienta extraña y no comprende ese abordaje constante.
Esos comportamientos tan opuestos y no compatibles ni sincronizados, muestran la falta de amor. Y es que uno de ellos agobia obsesionado y la otra persona que se siente controlada y asfixiada, no forman un buen tándem.
Incluso hay gente que con esa obsesión compulsiva llega a saltarse las normas cotidianas, controlando todo y llegando a extremos. Es el momento de la comunicación y el diálogo.
En este punto conviene decidir si hay posibilidades realistas de continuar o si en realidad los sueños se terminaron... ya que cada día que pase se puede complicar todo más...