O hipersexualidad, lo padecen personas que
sufren sensaciones de odio hacia sí mismos, complejo de inferioridad, ansiedad,
enojo, soledad, vacio, falta de confianza en sí mismos, e insatisfacción
personal. Utilizan el sexo como una droga para escapar de todas esas emociones,
con la falsa esperanza de ser más felices, y lo que consiguen son multiplicidad
de problemas y sentirse cada vez más vacíos.
Los dramas que se derivan de la adicción al sexo, son múltiples, entre
ellos, descuidan su vida de pareja, familiar, laboral y social, separaciones.
Pierden el control, llegando a tener también problemas económicos serios e
incluso arruinándose. Todo ello acompañado de ansiedad y depresión. Con
frecuencia, para satisfacer esa obsesión, buscan contacto sexual con
desconocidos, citas a ciegas, llamadas a líneas eróticas, frecuentar
prostíbulos, adquisición de objetos pornográficos, avidez por los temas sexuales
en Internet, visitando páginas, formando parte de foros de sexo en
directo, abusos sexuales, pedofilia, exhibicionismo, turismo sexual. En otros
casos les lleva a consumir drogas para tener más potencia sexual, como alcohol
y cocaína, y posteriormente por la impotencia que producen estas, tienen que
acudir a la viagra. En conjunto puede afirmarse que afecta muy seriamente a su
calidad de vida.
El cómo se llega a este punto, hay que tener en cuenta que cada persona es un mundo, en cada caso por diversas razones. Si bien, existen múltiples posibilidades de que en su infancia, estas personas hayan sido reprimidas sexualmente y han tenido una educación altamente culpabilizante en lo relativo a la sexualidad. Y a la vez existen otros problemas concomitantes psicológicos y psiquiátricos. También pueden existir en la persona hipersexual, presencia de malos tratos y abusos sexuales.
El alto malestar y la culpa son muy frecuentes, siendo factores causales y a la vez estos sentimientos de culpa, lo sienten también después de consumir sexo, dándose una importante circularidad, y por ello, convirtiéndose en factores de mantenimiento de la obsesión. Con esta adicción, o desorden hipersexual, existe un notable aumento de los casos que acuden a las consultas del psicólogo como un intento desesperado de organizar “su persona” y “su vida”, resolver los problemas legales, salir del pozo en el que se encuentran, en algunos casos se están viendo empujados al suicidio. Aunque en algunos casos hay personas que sin ser adictas, tienen una sexualidad exuberante, la obsesión por el sexo, hipersexualidad o adicción, se caracteriza por una necesidad compulsiva, incontrolable del consumo de sexo: oral, anal, vaginal, masturbándose. Padecen una importante necesidad de tener relaciones sexuales de cualquier índole. Temen perder el vigor sexual y procuran buscar constante excitación que les demuestre que aún están “vivos”.
La amplia variedad de casos pone de manifiesto la diversidad de factores que han contribuido a que la persona desarrollara y manifestase la adicción, como es el caso de gente que habiendo tenido una experiencia con su anterior pareja muy gratificante en el ámbito sexual, llegado el caso de la separación, van al sexo desesperadamente en una búsqueda inconsciente de la pareja perdida. En otras ocasiones justifican su comportamiento culpando a la actual pareja de no tener tantos deseos de juegos sexuales como tiene el hipersexual, y así se convierte en una excusa para infidelidades. No obstante existe una certeza como es, que la sexualidad es una necesidad básica del ser humano y a diferencia de otras adicciones que pueden llegar a suprimirse, en la adicción al sexo, más bien el objetivo o meta a conseguir sería llegar el paciente a manejar y/o controlar su sexualidad, de una forma satisfactoria y constructiva. Incluso en un entorno con nuevas tecnologías, que según algunos expertos manifiestan ha contribuido a facilitar el acceso a la pornografía y sexo y si bien en principio ello no tiene porque ser negativo, si puede contribuir a que muchas más personas desarrollen hábitos que conduzcan a la adicción y la compulsión.