miércoles, 14 de diciembre de 2011

POTENCIAR EL DESEO


En las relaciones de pareja, cuando se instala el desinterés, la apatía y la desgana por parte de algún componente de la misma (generalmente la mujer), es probable que nazca un proceso de finalización del compromiso por parte del compañero que se ha visto relegado y no tenido en cuenta y le lleva a pensar que allí no se le quiere y no gusta. 

Gradualmente comienza a nacer un interés creciente por buscar fuera de la relación. Con esta realidad tan repetida (el 60% de los que se casan, se separan), es preferible anticiparse a esta dinámica (en los casos en los cuales el asunto más o menos no importe, no habrá sorpresa) y al menos si una persona no desea finalizar, que pueda anticiparse a las consecuencias puesto que luego genera múltiples sufrimientos, crisis de ansiedad, depresiones e incluso deseos de suicidarse; la cuestión es: ¿si tan importante es la pareja, cómo no se la tiene en cuenta para las relaciones íntimas ?. 

Ante todo es necesario descartar enfermedades médicas. Además conviene revisar la ingesta de medicinas, muchos anticonceptivos orales interfieren extinguiendo los deseos; generalmente las medicaciones psiquiátricas también, entre otras, los antidepresivos y ansiolíticos prácticamente anulan el interés por la sexualidad y el sujeto al intentar solucionar un problema se encuentra con otro. El abuso de alcohol y otras drogas resulta altamente bloqueador. 

Entre los múltiples elementos vitales que potencian el deseo, están: el amor, mágico en sí mismo, el potenciador pasional y hormonal por excelencia; el poder de la intención, puesto que cuando una persona tiene un verdadero interés en algo, la fuerza de las emociones, las razones y la pasión, todo ello conjuntamente, resulta imparable. 

El nivel de actividad como factor de personalidad también determina el disfrute y la iniciativa de ponerse en marcha, frente a las personas más pasivas que tienen cierta alergia al movimiento. 

Otro componente esencial es la inteligencia para valorarlo en su conjunto, conociendo los múltiples beneficios hallados en cientos de investigaciones: para la mente y el mundo de espiritualidad de la persona, la psique (abundantes sustancias neuronales favorecedoras del buen estado de ánimo y otros grupos de componentes antienvejecimiento que mantienen la memoria, el aprendizaje, la creatividad en sus mejores niveles el rendimiento intelectual y laboral); el cuerpo (ya que al mantener las relaciones se desarrollan procesos benefactores para los órganos, músculos, huesos, arterias, piel, sistema inmune). 

Inteligencia emocional: la capacidad de exteriorizar los sentimientos y emociones para comunicar y compartir el amor, la ternura, caricias. La seguridad y la confianza en uno mismo es otro factor influyente, no solamente para la pareja sino también para el sí mismo, puesto que este tipo de personas conciben permitirse el disfrute como algo que les pertenece aplicándose con más motivación. 

Otra dimensión del ser que contribuye a potenciar el deseo, es una base de salud física y mental, por la fuerza de la propia naturaleza. La práctica de ejercicio físico ayuda a mantener también un organismo con más resistencia y tonificación (algo imprescindible en la materialización de las relaciones, llegando a óptimas ejecuciones y realizaciones). 

Imprescindibles también los componentes artísticos y estéticos de la persona para el cultivo del erotismo y la seducción, necesarios para la creación de contextos con gran potencial generativo (el cultivo de los sentidos, perfumes, alimentos, ropas, películas, tacto). 

Y la imaginación, otro potente afrodisíaco, aunque, si bien para Einstein “la imaginación es más importante que el conocimiento”, para las relaciones íntimas todos los factores expuestos cuentan y funcionando en conjunto, la potenciación del deseo crece exponencialmente, todo ello con espontaneidad e inteligencia relacional para ser sensibles a las necesidades del otro.