Entre los miedos que más alteran la estabilidad humana, están el miedo a la enfermedad, sobre todo a las invalidantes, incurables o graves. A la autoridad. A la presión social, el qué dirán, los juicios de los demás y las críticas. Al futuro, cuando no se ve un horizonte claro y seguro. A la soledad, al no saber estar solos, huyendo hacia actividades, o gente que no les satisface pero aguantan porque no se soportan a ellos mismos. Miedo a las personas o familiares, porque temen ser reñidos, o rechazados, o que les respondan con ira o violencia. Miedo a intimar o tener relaciones cercanas con la gente. Al compromiso, que pueden sentirse atados, sin libertad de acción y con gran responsabilidad. A lo desconocido, que se les presenten asuntos inciertos, imprevistos que sienten que no pueden controlar. Al fracaso, de no salir adelante en sus proyectos o metas.
En conjunto todo ello se puede multiplicar por la negatividad y ver horizontes sin salidas, o por la escasa confianza y seguridad en el sí mismo, por experiencias dolorosas, y por mantener estos esquemas desestructurantes tanto tiempo en la mente.
Una actitud inteligente en estos casos, es tratar de superarlo todo lo posible, ya que puede complicarse y desencadenar importantes enfermedades: fobias, estrés (que deriva en depresión, angustia), ansiedad, obsesiones, hipocondría. Bloqueos en la evolución y en el crecimiento. Problemas en la productividad, en las relaciones interpersonales. Graves problemas en la relación con el sí mismo. Y en consecuencia con todos los lugares, relaciones o actividades por donde se pasa.
En general y como sugerencia las terapias psicológicas para el miedo y estos problemas, suelen dar bastante buen resultado, cuando el cliente va aplicando los aspectos que se van trabajando en las sesiones de consulta.