La suegra en muchas ocasiones sí ha aprendido a considerar a la nueva familia, se gana su espacio respetando. Acepta la forma de ser de la nuera, pone por delante las preferencias del hijo y pensar en la dirección del amor: "es a él al que tiene que gustar, o él, la ha elegido, y como yo le quiero a él, respeto sus decisiones". Y esta es una forma más evolucionado y adulta de pensar, que demuestra más amor incondicional por el hijo.
Ponerse a opinar y entrometerse juzgando y criticando, es hacer daño a esa pareja y también al hijo.
Es normal que sí el hijo está acostumbrado a la forma de ser de su madre, no capte algunos matices o intenciones, ya que en ese contexto está ausente la objetividad, y lo que él percibe como algo normal e inocente, puede que a veces para ella tenga una carga de dinamita.
En estas condiciones la pareja espera de él que la defienda y apoye, y si esto ocurre ella queda más tranquila y segura. Mientras que si él no es suficientemente sensible para defenderla a ella en ocasiones críticas, puede abrirse una brecha muy problemáticas en la pareja que dará lugar a un elevado grado de conflicto.
Es cierto que a veces la suegra entra en competencia con la nuera por el amor del hijo. Y la nuera también. Puede que ciertas vivencias les hagan dudar del amor de él, y le pongan a prueba, a ver a quién obedece, por donde tira. Aunque parecen cuestiones lamentables, al hombre le toca vivir bajo estado de presión y tiene que calibrarlo para que resulte todo pacífico, o a veces imposible.
Resumiendo estas complejas situaciones pueden llevar a un proceso de desgaste y de ahí a la ruptura.
Y en conjunto, los asuntos de familia anterior, pueden causar problemas complejos. Abuelos que favorecen más a unos hijos que a otros, relegando. Roces entre cuñados. Tener que participar de reuniones donde hay tantos conflictos latentes... Y evidentes.
Resumiendo, se necesita diálogo y negociar, el amor es inmenso y hay para todos. Lo que más ayuda es clarificar y definir posturas, y cultivar el respeto. Organizar tiempos y espacios. Y comprensión para todos.
Cuando los problemas sean más complejos y no lo puedan resolver por sí mismos, pueden acudir a terapia familiar y de parejas, los técnicos son más objetivos y sobre todo, están preparados, para trabajar en soluciones.