Al llegar la primavera se produce el incremento de horas de luz, y aumento de la temperatura y en algunas personas repercute produciendo algunos síntomas, según cada caso, como cansancio, somnolencia, o insomnio, variaciones en el estado de ánimo, irritabilidad.
Y en otros casos además, variaciones en el apetito, desgana y apatía, debilidad, escasa motivación, vértigo y sensación de mareo.
Es como si el sujeto fuera desarrollando un cansancio y agotamiento tanto físico como mental.
Aún así, no se puede diagnosticar como una enfermedad, puesto que en un periodo de unos diez a quince días, el organismo se va adaptando a los cambios de estación y la persona vuelve a retomar su equilibrio natural.
Ocurre a veces que la persona que desarrolla la astenia primaveral, puede tener solapada una depresión, y ahí la diferencia es que los síntomas y malestar no desaparecen, sino que incluso pueden agravarse los síntomas por la enfermedad depresiva que la persona arrastra.
Si pasado el periodo de adaptación a la nueva estación, no se va superando, sería muy necesario que contactar con profesionales de la salud mental, psicólogos especialistas en psicología clínica, para ponerse a tratamiento y recuperarse.
La clave está en solucionar la depresión antes de que se agrave.