Se trata de un conjunto de comportamientos que inicia un adulto, y que continúan como un proceso de acercamiento a un menor, tratando de hacerse amigo y llegar a tener una relación cercana.
Todo ello de una forma artificial, manipulando las emociones del niño, para conseguir que el menor crea en la amistad y confíe.
A partir de ahí, los objetivos del adulto serán, abusar sexualmente del menor, o bien obtener fotografías de desnudos para comerciar por internet, o utilizarlo para la prostitución infantil.
Lo más común es que esos adultos, finjan ser de parecida edad, y así va seduciendo y entre manipulaciones, provocar y dominar la voluntad del pequeño, con tácticas de perversión... y actúan de tal forma que aplicando y utilizando su poder obtiene fotos, grabaciones de comportamientos sexuales íntimos..., e incluso conseguir citarlo en persona para abusar sexualmente.
Los adultos que lo práctican, en general tienen un perfil pervertido, del grupo de la pederastia, y la persecución y acoso que establecen por internet suele durar días, semanas, meses... recopilan cantidad de datos para meterse en su vida emocional y desde ahí, utilizarlos como marionetas, a su servicio.
Y en cualquier momento que le exigen más, al negarse, chantajean o amenazan con el intento de someterlo y así conseguir lo que se proponen.
Por ello es tan importante que los padres informen de todo lo que puede ocurrir a los hijos, cuanto antes. Es urgente anticiparse a hechos de este tipo.
El abuso sexual, la vulneración de los derechos de los menores, y el atropello emocional, puede causar daños irreversibles en el menor, por ello interesa desde el momento en que se identifique, llevarlo a consulta psicológica para evaluar el estado emocional y los posibles daños ocasionados.