Según Saint-Exupery, “El hombre se descubre a sí
mismo cuando se enfrenta a los obstáculos”. Ante la adversidad, la vida
adquiere toda su seriedad y es entonces cuando nos sentimos empujados a
profundizar en nuestro interior para sacar a la luz los recursos y capacidades
soterrados, buscando esa fuerza que permitirá seguir adelante. Desarrollar esa
fuente de fortaleza no sólo servirá para acudir a ella cuando aparezcan
contratiempos, crisis o momentos difíciles, sino también para encarar los desafíos
cotidianos con mayor confianza, sintiéndose uno capaz de seguir adelante con
las propias aspiraciones.
“La fuerza interior no se descubre al inicio del camino sino que se desarrolla y fortalece a medida que vamos asumiendo los retos que surgen en él”.
Qué es La fe en uno mismo.
El término resiliencia proviene de la siderurgia y alude a la propiedad de algunos materiales para soportar la presión sin romperse, y con la peculiaridad de transformarse en un metal más fuerte que antes de soportar la presión. Este concepto aplicado a lo psicológico, implica la capacidad para resistir, superar y sobreponerse de una manera especial a los sufrimientos y la adversidad.
Una experiencia traumática, rompe la perspectiva vital de la persona, cambia su realidad y la percepción del mundo. Una persona nunca es la misma después de una pérdida, de un abuso, de vivir cerca de la violencia, de pasar por una enfermedad importante… Su principal tarea a partir de entonces va a ser aprender a vivir con esa experiencia en su memoria y sanar la herida para resurgir.
¿Pero cómo se puede desarrollar esa capacidad de resiliencia?
En situaciones especialmente difíciles, en los que la fuerza flaquea, el único poder que parece tener la persona, es aceptar la situación por terrible que sea. Sólo a partir de ahí puede ceder la lucha y la rabia, que quizás en otro momento le ayudaron a sentirse fuerte, pero ahora sólo la estancan en la impotencia y el sufrimiento.
Aceptar, sin embargo, no significa consentir, abandonarse o negar la herida o el reto. El problema existe, y uno no puede retroceder, aunque se quiera al lugar donde se hallaba antes. Se trata de saber qué hacer con esto que ha llegado, y cómo convertirlo en una oportunidad para ser mejores.
Una de las claves para lograrlo es empezar a encontrar un sentido a lo que se ha vivido y a lo que se está viviendo. Y rescatar ese sentido sobre la propia vida implica mirar hacia el futuro.
Según Louise L. Hay, la enfermedad del cuerpo es una gran maestra. Recordemos que para que algo llegue a materializarse, antes debe haber existido en un plano mental. Si algo no funciona en el cuerpo, además de acudir a la medicina, hay que buscar también en el interior. “Seguro que el yo interior quiere expresar algo y no se han escuchado las emociones que son sus mensajeras. Hay que conectarse con el yo interior, escucharlo, aceptarlo, quererlo y buscar la fuerza dentro de uno mismo. (SIGUE...)
“La fuerza interior no se descubre al inicio del camino sino que se desarrolla y fortalece a medida que vamos asumiendo los retos que surgen en él”.
Qué es La fe en uno mismo.
El término resiliencia proviene de la siderurgia y alude a la propiedad de algunos materiales para soportar la presión sin romperse, y con la peculiaridad de transformarse en un metal más fuerte que antes de soportar la presión. Este concepto aplicado a lo psicológico, implica la capacidad para resistir, superar y sobreponerse de una manera especial a los sufrimientos y la adversidad.
Una experiencia traumática, rompe la perspectiva vital de la persona, cambia su realidad y la percepción del mundo. Una persona nunca es la misma después de una pérdida, de un abuso, de vivir cerca de la violencia, de pasar por una enfermedad importante… Su principal tarea a partir de entonces va a ser aprender a vivir con esa experiencia en su memoria y sanar la herida para resurgir.
¿Pero cómo se puede desarrollar esa capacidad de resiliencia?
En situaciones especialmente difíciles, en los que la fuerza flaquea, el único poder que parece tener la persona, es aceptar la situación por terrible que sea. Sólo a partir de ahí puede ceder la lucha y la rabia, que quizás en otro momento le ayudaron a sentirse fuerte, pero ahora sólo la estancan en la impotencia y el sufrimiento.
Aceptar, sin embargo, no significa consentir, abandonarse o negar la herida o el reto. El problema existe, y uno no puede retroceder, aunque se quiera al lugar donde se hallaba antes. Se trata de saber qué hacer con esto que ha llegado, y cómo convertirlo en una oportunidad para ser mejores.
Una de las claves para lograrlo es empezar a encontrar un sentido a lo que se ha vivido y a lo que se está viviendo. Y rescatar ese sentido sobre la propia vida implica mirar hacia el futuro.
Según Louise L. Hay, la enfermedad del cuerpo es una gran maestra. Recordemos que para que algo llegue a materializarse, antes debe haber existido en un plano mental. Si algo no funciona en el cuerpo, además de acudir a la medicina, hay que buscar también en el interior. “Seguro que el yo interior quiere expresar algo y no se han escuchado las emociones que son sus mensajeras. Hay que conectarse con el yo interior, escucharlo, aceptarlo, quererlo y buscar la fuerza dentro de uno mismo. (SIGUE...)