El cariño forma parte del grupo de sentimientos positivos, constructivos, agradables y bonitos que se pueden expresar y compartir hacia los demás y hacia uno mismo. Forma parte del conjunto de los sentimientos de amor. Es la afectividad. Y este componente del ser tan esencial cuando funciona equilibradamente produce satisfacciones y bienestar en las vidas. Por el contrario cuando está bloqueado o enfermo lleva a las personas y a su entorno a gran sufrimiento.
Este sentimiento forma parte de la empatía y la capacidad de ponerse en el lugar de los demás. Ayuda en multiplicidad de condiciones a las personas, les convierte en seres más comprensivos y tolerantes, y ello les permite observar a la gente de su alrededor con más entendimiento y humildad. Forma parte de la inteligencia emocional.
Las personas cariñosas disfrutan más en compañía de otros y fácilmente son más dadas a la cercanía, bajando los muros de su intimidad, se vuelven más flexibles en las interacciones.
En cuanto a las relaciones íntimas la persona cariñosa tiene más tacto para observar el estado emocional del otro y así poder adecuar y sintonizar con sus necesidades.
Es un regalo para las personas de alrededor, una persona cariñosa fácilmente está más dispuesta a querer y amar, a permanecer al lado en momentos de sufrimiento y a compartir con quien lo necesite su ánimo y disposición de ayuda.
También el cariño tiene el componente de querer ayudar, mimar, cuidar, y se comparte este sentimiento no solo con los humanos, sino con los animales, plantas, el arte y la belleza y con las actividades que uno realice. Es la parte de cuidar y poner especial atención y mimos.
El sentimiento y afecto compartido informa de unas relaciones alegres y satisfactorias, constructivas y que dan vida. Muy contrario a las personas distantes y frías, con todos los respetos por sus limitaciones. Nadie es perfecto y completo. A veces esa frialdad les lleva a una falta de comprensión, de tolerancia y de humanidad, con un sentido crítico y despiadado.
Y cuando se trata de la relación intrapersonal, hacia uno mismo, las personas cariñosas también pueden ser más suaves y delicadas hacia sus propias autoexigencias, volviéndose su autocrítica más flexible y tolerante. No se castigan tanto, ni se culpan.
Por ello cultivar el cariño forma parte del crecimiento y la evolución con objetivo de mejorar las relaciones interpersonales e intrapersonales, a todos los niveles.
Este sentimiento forma parte de la empatía y la capacidad de ponerse en el lugar de los demás. Ayuda en multiplicidad de condiciones a las personas, les convierte en seres más comprensivos y tolerantes, y ello les permite observar a la gente de su alrededor con más entendimiento y humildad. Forma parte de la inteligencia emocional.
Las personas cariñosas disfrutan más en compañía de otros y fácilmente son más dadas a la cercanía, bajando los muros de su intimidad, se vuelven más flexibles en las interacciones.
En cuanto a las relaciones íntimas la persona cariñosa tiene más tacto para observar el estado emocional del otro y así poder adecuar y sintonizar con sus necesidades.
Es un regalo para las personas de alrededor, una persona cariñosa fácilmente está más dispuesta a querer y amar, a permanecer al lado en momentos de sufrimiento y a compartir con quien lo necesite su ánimo y disposición de ayuda.
También el cariño tiene el componente de querer ayudar, mimar, cuidar, y se comparte este sentimiento no solo con los humanos, sino con los animales, plantas, el arte y la belleza y con las actividades que uno realice. Es la parte de cuidar y poner especial atención y mimos.
El sentimiento y afecto compartido informa de unas relaciones alegres y satisfactorias, constructivas y que dan vida. Muy contrario a las personas distantes y frías, con todos los respetos por sus limitaciones. Nadie es perfecto y completo. A veces esa frialdad les lleva a una falta de comprensión, de tolerancia y de humanidad, con un sentido crítico y despiadado.
Y cuando se trata de la relación intrapersonal, hacia uno mismo, las personas cariñosas también pueden ser más suaves y delicadas hacia sus propias autoexigencias, volviéndose su autocrítica más flexible y tolerante. No se castigan tanto, ni se culpan.
Por ello cultivar el cariño forma parte del crecimiento y la evolución con objetivo de mejorar las relaciones interpersonales e intrapersonales, a todos los niveles.