La violencia es una situación de relaciones en la cual una persona, en este caso joven, hace daño físico, psicológico, sexual o verbal a otras personas de forma intencionada. Tiene implicaciones graves al influir en toda la familia. Son daños que realizan la mayoría de las veces a otros jóvenes.
En los últimos treinta cuarenta años, se ha incrementado de forma alarmante. En la sociedad de esta era, están presentes componentes altamente perjudiciales para los jóvenes, y algunos desde la preadolescencia, ya tienen acceso a las drogas, alcohol, películas agresivas y los juegos de destructividad. En realidad personalidades sin formar que se encuentran en situaciones terribles.
A veces los padres, psicólogos, profesores y personas del mundo de la educación se alarman siendo conscientes de la problemática social existente, y con la pasividad que lo tratan los gobiernos. El problema es muy complejo y parece que las responsabilidades se diluyen. El tráfico internacional de esos mundos es tan poderoso, que finalmente parece que esas complejas responsabilidades se diluyen.
Los agentes externos a la familia siempre responsabilizan a los padres. Es evidente que cada uno tiene su parte para contribuir al bien social, y al desarrollo de unos ciudadanos pacíficos.
Entre los datos de actos de delincuencia parece que el 85% se producen en consumidores, drogas y alcohol.
Otro dato importante es la pasividad con la que los centros educativos tratan del acoso escolar, ya que aún en estos tiempos cuando en tantos países civilizados se considera un problema grave, parece que en algunos países tardan en ser conscientes del problema. Hoy se sabe que muchos jóvenes han llegado a suicidarse después de ser acosados precisamente por otros compañeros violentos.
En la consulta se observan casos de jóvenes agresivos y violentos, que presentan varios de los síntomas siguientes:
-Han sido objeto y testigos del lenguaje violento y agresivo por parte de los padres.
-Se vuelven más violentos cuando han sido víctimas de unas etiquetas muy denigrantes puestas por los padres o familiares desde pequeños.
-A veces los padres han proyectado sobre ellos su agresividad, consciente o inconscientemente, y finalmente el hijo la materializa.
-No sentirse queridos, por no serlo, o porque los padres tienen dificultades en expresar o compartir el amor.
-El haber vivido en una familia donde los padres no han tenido la sensibilidad suficiente para tratar a los hijos de forma equivalente y han marcado mucho las diferencias, marginando y comparando. Haciendo privilegiados a unos y desmerecido a otros.
-Desde hace tiempo se les ha etiquetado de forma negativa, como mentiroso, descarado, sinvergüenza, vago, que no sirves para nada...
-Comportamientos repetidos de explosiones y rabietas que han sido reforzados por el comportamiento de los padres, tal vez sin darse cuenta.
-Haber sido víctimas de maltrato sexual, psicológico, físico y verbal por parte de familiares, padres, educadores, ocasionalmente o de forma continuada.
-Cuando han pasado mucho tiempo abandonados a su aire, incluso a veces en la escuela de la calle, jugando con otros mayores delincuentes. Y tomando drogas y alcohol.
-Cuando se les ha mimado constantemente y ha ido creciendo con una personalidad de narciso, caprichosos, impulsivos y atropellando.
-La vivencia en familias, a veces, desfavorecidas socioeconomicamente, que no pudieron preocuparse por su asistencia escolar, bien por tener que vivir un estado de supervivencia, o porque los progenitores no pudieron hacer mucho más.
-Aspectos de su propia psicología infantil y juvenil, como variaciones en el estado de ánimo, depresiones, frustración, abandono...todo ello sin haber sido tratado en terapia psicológica.
Y según cada caso, otras variaciones en las relaciones afectivas y amorosas. Todas ellas muestran un recorrido vital negativo, desestructurado y con la falta en su entorno de figuras y modelos de imitación constructivos y que les hayan valorado su persona y a la vez exigido. Entre otros factores...(SIGUE...)