Los alumnos que han sufrido las consecuencias del acoso escolar, o la violencia escolar, son múltiples. A veces, no solo las del corto plazo, a lo largo de vida se van manifestando otras importantes patologías como consecuencia del horror vivido, la agresión de unos seres humanos a otro, por capricho de hacer daño, de ejercer el poder, sin motivo alguno.
El aspecto de la víctima suele ser triste, apático, da la impresión de falta de sueño, inseguridad. Frecuente el pavor y miedo a ir al centro escolar, disminución del rendimiento, enfermedades, y bajas médicas. A veces le lleva a repetir curso y/o abandonar el centro.
Tensión muscular, mareos vómitos, insomnio, tensión en la garganta, en el pecho, estómago, diarreas, entre otros.
Estrés postraumático y depresión, obsesiones, paranoia, ansiedad, temores y fobias, entre ellas la fobia social, trastornos emocionales, baja autoestima, baja seguridad en sí mismo. Síndrome amotivacional. Trastornos psicóticos y en muchas ocasiones pensamientos suicidas y suicidio.
Necesidad de dejar los estudios y abandonar y odiar la enseñanza. Dificultades para integrarse en grupos futuros de trabajo y organizaciones.
La violencia escolar ejercida por el agresor, autoritario y agresivo, con un tipo de actuaciones impulsivas, intolerantes y con la rabia consecuencia de la frustración que vive, están dirigidas a dañar, a perjudicar y a destruir a la víctima.