Se trata de meter miedo, tratar de dominar a alguien de hacer daño, de manipular, de someter. Son técnicas y estrategias destructivas que también utilizan los acosadores.
En general suele ser a una persona más débil o insegura o tímida, a un subordinado, a la pareja, a un vecino, un alumno, o a un niño.
El objetivo principal es llegar a intimidarlo para conseguir que haga lo que el manipulador pretende, que obedezca.
A veces no es una persona sola sino un grupo o conjunto actuando sobre un alguien. Ello siempre es más dañino.
Los intimidadores se valen de palabras, gestos, humillaciones, ataques, amenazas, burlas, insultos, marginación, desprecios, aislamiento, ironías, risas, incluso llegan a provocar, a golpear, difamar, manipulación emocional, golpear, miradas amenazantes, o por vía indirecta, mediante alguien que lleve el trabajo sucio.
A veces en las empresas es para intimidar a los empleados para que se sometan a exigencias laborales irracionales.
Si ha sido un sujeto sometido por un periodo largo, puede tener efectos muy destructivos sobre él.
No obstante en los niños y personas más inseguras o más frágiles psicológicamente puede causar mucho daño, y en ocasiones llegan a desarrollar enfermedades mentales.
En muchas ocasiones se utilizaba como forma de controlar a los niños para que obedecieran. Y las repercusiones de esa destructividad eran acabar con la autoestima y la seguridad del niño, que desarrollaba miedos irracionales.
Para todas las personas que lo reciben supone un tipo de actitudes dañinas, amenazantes y en lo posible conviene detectarlo a tiempo y si es posible pedir ayuda para bloquearlo o si se está siendo testigo, intervenir para impedir el daño a una persona que está sufriendo por el capricho de otro.