Atarse a alguien y perder la autonomía, no es amor, es perder libertad. Este mito a algunas personas les suena como perder parte de su vida y estar atado, que lo siente como perder parte de su ser. Y la otra persona de la pareja se puede sentir como alguien que casi no puede respirar, porque siempre se le pregunta, y se le controla. Y estar siempre pendiente de uno, asfixia.
Otras veces parece que el amor implica tener solo ojos para la persona amada, despedirse de amigos, actividades, crecimiento profesional. En realidad esto no conviene. Las personas necesitan seguir teniendo globalmente una vida de relaciones, actividades, profesión. Todo lo que conlleva el conjunto del ser.
Cuando alguien se dedica solo a la pareja, está restringiendo su evolución conjunta, y de esta forma lo que aporta a su relación, cada vez puede que sea menos enriquecedor.
Las parejas necesitan compartir unos aspectos, aficciones, deportes, o salidas, o tareas, o responsabilidades... y otros no. Su espacio. Y su espacio es tiempo y actividades particulares para cada uno.
De esta forma es un vivir en pareja y simultáneamente sentirse persona, con tiempos y aficciones para uno.
Así lo que se comparte y los encuentros son satisfactorios, más felices.
Todo, casi siempre, por no decir siempre, juntos, no es pareja, esto es una fusión. Y las fusiones explotan... como tantas que se separan...
Pareja son dos personas. (SIGUE...)