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Exceptuando casos particulares, cuando las parejas pasan por situaciones de estrés se producen unas actuaciones equivalentes:El estrés tiene la particularidad de acabar con las reservas del sujeto que lo sufre. A lo largo del tiempo va agotando sus recursos y la persona progresivamente se va sintiendo más agotada, con cambios extremos en el estado de ánimo, más irritable, con pensamientos más negativos, suele interpretar todo sin relativizar, sin horizontes y se vuelve especialista en dramatizar.Al interactuar con la pareja, se vuelve más impaciente, crítico, intolerante, irritable, y salta a la discusión en cualquier momento e incluso por el motivo más nimio.
El nivel de conflicto va en aumento y se crea una gran desestabilización.En el ambiente de conflicto vuelven los errores del pasado, se echan temas en cara, se acusan de no entenderse, de no escucharse. Y sienten que no pueden cambiar, ni mejorar la situación.
Las relaciones íntimas se resienten y se vuelven más aversivos el uno para el otro, se soportan cada vez menos, hasta que alguien pronuncia la palabra... nos separamos.
Parece que el fin y la ruptura es la única salida posible.
Cuando la pareja acude a terapia psicológica y se ponen a tratamiento, puede dar un giro y cambiar totalmente la situación.
En un estado de angustia, dolor y agotamiento, una persona está enferma y con ceguera, por el estrés, está viviendo como en un pozo...todo lo ve negro, sin horizontes, y lo peor que busca causas y consecuencias donde no hay.
Por ello, cuando se va saliendo gradualmente del estrés, en un proceso continuado y la pareja toma consciencia del valor de su relación, todo se transforma, ahora ya no es el otro, quien tiene la culpa de su malestar.
A veces dirigir la vida de uno necesita de "un llegar a tiempo", "anticiparse a las decisiones", cualquier medida de forma impulsiva en una vida puede ser un ir hacia atrás...un arrepentirse...un gran error...