El optimismo es una concepción de la vida con la expectativa de los mejores resultados, de esperar lo mejor, de creer que todo tendrá buen fin.
Es una visión del mundo, en la aprecian más abundancia de posibilidades, de recursos, de éxito.
Un estado de confianza en la vida y seguridad en sí mismos. Pensando que se alcanzarán soluciones y así remontar los problemas.
Es tener la certeza y la claridad de que actuando de una determinada forma se conseguirá lo que se había planificado.
Un sentimiento asociado a que nada malo puede ocurrir.
Ser optimista es el resultado de una observación de la globalidad, analizando las competencias, actitudes y capacidades propias, estudiando las probabilidades existentes, y entendiendo que el balance sobre lo que hay que afrontar será positivo.
Además existe otra vertiente del optimista, que implica su posicionamiento en circunstancias difíciles. Su actitud en momentos de errores o problemas importantes, suele asociar pensamientos e ideas para remontar rápido de nuevo.
Es como si dentro de la desgracia se le encendieran las bombillas para idear salidas. Para aprender de los fracasos. Para resurgir de las cenizas y convertirse uno en más fuerte y con más energía.
El optimista es el que se crece con las dificultades y no se desmoraliza ante los primeros resultados negativos, tiene la paciencia de continuar luchando e intentándolo, ya que al creer en el resultado positivo permanece más tiempo trabajando en ello e intentando.
A diferencia de otras personas que lo son menos y tiran rápido la toalla, se desmoralizan, no insisten y finalmente no consiguen.
Los optimistas viven más contentos, y su fe, esperanza y convencimiento de múltiples posibilidades, les ayuda a tomar decisiones que les dirigen hacia los mejores éxitos...(SIGUE)...