Es una enfermedad psíquica, que consiste en tener las características de un niño o adolescente, siendo ya adultos.
Se aprecia en esas personas que su forma de ser y comportarse pertenecen a esas etapas anteriores, por su ingenuidad e inocencia, o por su falta de consciencia e irresponsabilidad.
Parece como si hayan quedado estancados en etapas anteriores del desarrollo, de por ej. 11, 13, 15, o 17 años, en función de cada caso, y teniendo una edad cronológica de muchos más, tienen una forma de pensar, sentir y de relacionarse muy inmadura.
Y también es lo más frecuente a la hora de planificar y organizarse sus vidas.
Hijos de 30 años que todavía están pendientes de que sus padres les resuelvan sus condiciones vitales. Estudiantes de 17 años que se comportan como si tuvieran 12, o padres de familia que no están a la altura de la educación de los hijos y les abandonan en sus funciones de educación para con ellos.
Las consecuencias pueden ser complicadas, puesto que a veces la realidad de la vida se impone y se les viene todo encima sin ser conscientes.
El factor psicopatológico de la inmadurez, no siempre tiene que estar presente en todas las dimensiones de cada sujeto. A veces es más intenso en algunas condiciones.
Por ej. en la dimensión emocional, los sentimientos, que son más ilusos.
Otras veces en los compromisos económicos.
Y otras veces en las responsabilidades laborales.
En estos casos lo mejor es acudir a tratamiento psicológico. El objetivo es seguir una terapia de evolución para alcanzar la madurez propia de los adultos, en lo que implica, tanto de factores de personalidad como en la concepción del mundo y de las relaciones.