Las personas que acostumbran a mentir de una forma constante, casi en todo y a todos, están en un problema. La mentira patológica, mitomanía.
A estos niveles de enfermedad se suele llegar, después de haber pasado tiempo montándose unas mentiras como excusas, y que a la persona le hayan dado resultados beneficiosos, aunque solo fueran para una exigencia del momento.
Es la trampa para continuar mintiendo. Una espiral.
De tal forma que a veces se inventan historias para hacerse los interesantes, o para persuadir sobre algo, o manipular emocionalmente a alguien.
Enlazan unas historias con otras hasta el punto que los mismos montajes les sofocan, viven con una importante presión temiendo ser descubiertos.
Sus culpas internas van en aumento, llegando incluso a desistir de algunos planes, proyectos o personas, para no ser pillados. Otras veces, con el más mínimo detalle, se desmonta todo su mundo de metiras fantásticas.
Pierden ante la pareja su credibilidad y ante los familiares la confianza, hasta el punto de ser difícil recuperarla.
También está el perfil de personalidad en el que no hay culpas. Directamente es una persona fría y calculadora, un manipulador que necesita salirse con la suya.
Los problemas de la persona mentirosa compulsiva, suelen estar asociados con otras circunstancias de adicción y enfermedad psicológica, como las personas con adicciones a las drogas, juego, a las compras, a internet, al alcohol, al sexo, o estafadores..., entre otros...
Cuanto antes se pongan a tratamiento psicológico, antes acaba su drama...