Suele ser una reacción generalizada jurar y prometerse uno que ya nunca se volverá a enamorar, después de haber sufrido un desengaño amoroso, una decepción.
Las personas que vivieron esas experiencias, deciden, como si fuera una solución, que si llega otra pareja a su vida, estarán ahí, aunque no para liberar su corazón de esa promesa, sino matando con una dura frialdad al nuev@ que llega. Y se van volviendo más rígidos, más cuadriculados, viviendo con una coraza que se va endureciendo.
Y sorpresas de la vida, la nueva persona que llega a la pareja, que no es igual a la anterior, lógico, a pesar de sus buenas intenciones, se encuentra con un muro, con alguien que todo son razones y comienza a percibir que falta emoción, espontaneidad y pasión.
Si de verdad crees que la persona que ahora llega, tiene algo que ver con la anterior, estas equivocad@.
Es probable que en realidad aún no has descubierto el porqué de aquel fracaso amoroso, no te conviene complicarte prolongando medidas de actuación erróneas, ya que entonces sufrirás dos veces.
Lo más beneficioso sería acudir a una terapia psicológica, identificar los verdaderos factores de la ruptura y solucionar tus emociones desequilibradas desde entonces.
Aplicar recetas a ciegas, a una persona que llega a tu vida con deseos de amar, es un nuevo problema.
Flexibilidad y la dinámica de la vida son los principios más poderosos que puedes aplicar para avanzar y crear las mejores relaciones.